sábado, 18 de febrero de 2023

HOMENAJE A CARMELO BALSERA, SUPERVIVIENTE DE ANNUAL.

La Legión, originariamente se fundó para luchar en Marruecos y evitar las matanzas de los soldados de recluta ordinaria que lucharon en la guerra de Marruecos desde 1907 a 1927. De ellos muchos murieron y otros menos, sufrieron cautiverio y no civilizado, precisamente. Para este homenaje he seleccionado al abuelo Carmelo que lo era de mi ex y bisabuelo de mis hijos; que llegaron a conocerle pues tuvo una vida longeva. Su nombre completo era Carmelo Balsera Gonzalez, natural de Santa Marta, Badajoz. No había viajado fuera de su entorno, como era lo habitual en 1920, situación que cambió cuando le llegó la llamada para ir a nutrir las tropas que engullía la nefasta guerra de Marruecos. Formaba parte del cuerpo de transmisiones y en julio de 1921 se encontraba destinado de la estación de Tuguntz, próxima a Axdir Asus cuando el levantamiento de Abdelkrim llevó al ejército español a su peor derrota en suelo africano. Esta posición tenía escasez de víveres y municiones y la aguada tenía que hacerse diariamente por lo que su situación era de debilidad extrema frente a un ataque. En sus cercanías se entabló el 22 de julio de 1921 la batalla que en España se conoce como el desastre de Annual, que supuso entre 7.000 y 11.000 bajas para los españoles (entre ellos el propio general Fernández Silvestre) y la prisión de su segundo, el general Navarro.

Tuguntz se encuentra entre Annual y Kaudussi

Simultáneamente al ataque sobre Annual, la posición de Tuguntz fue atacada la noche del 22 al 23 de julio. Durante la noche la posición de Quebdani, avanzada 10km, recibió varios telefonemas informando de los ataques sobre Tuguntz y de lo apurado de su situación por escasez de munición, víveres y agua, pero el coronel Araujo, jefe en Quebdani, no le dió ninguna instrucción particular ya que Tuguntz no pertenecía a su circunscripción. A primeras horas del día siguiente los aviones de la escuadrilla de Melilla lanzaron varias bombas en los alrededores de Tuguntz, pero no produjeron grandes daños entre los sitiadores y los rifeños continuaron el ataque durante todo el día. El 24 de julio los rifeños dieron el asalto final sobre la posición; los defensores lograron salir del parapeto, pero fueron dispersados, muertos o hechos prisioneros. Ninguno de los tres oficiales sobrevivió al ataque, nuestro querido Carmelo estaba entre los muy escasos prisioneros y ahí comenzó su calvario entre campos de prisioneros; si bien comparado con los miles de muertos puede pensarse que era afortunado y en realidad lo era pues en las posiciones cercanas no hubo supervivientes.

En total hubo 492 prisioneros de los cuales fueron liberados 50 civiles y niños y 300 entre oficiales y tropa, el 27 enero de 1923; tras pasar casi dos años de cruel cautiverioCruel porque así me lo contó el abuelo Carmelo. El abuelo Carmelo, "el aparecido", como le apodaron, a su vuelta, en su pueblo extremeño, volvió pesando menos de 50 k, es decir 35 k. menos de su peso habitual. Sufrían piojos y pulgas, con alguna de las cuales echaban carreras, que normalmente ganaba la del general Navarro. Veían como los carceleros se comían el contenido de sus paquetes de la Cruz Roja, mientras ellos morían de hambre. Tampoco les entregaban productos de limpieza ni sanitarios y les mantenían en condiciones miserables. Durante el cautiverio aprendió de manos del muy querido, teniente médico, Fernando Serrano Flores (muerto de fiebres tifoideas), a realizar curas y realizar labores de enfermero, que recibieron el elogio de sus compañeros.

Fueron liberados gracias a las gestiones del financiero vasco Horacio Echevarrieta que aportó los cuatro millones de pesetas, en duros de plata, y que negoció el periodista Otayza con el propio Ab el-Krim.

General Navarro en 1922 ,durante su cautiverio,
con el periodista Otayza

 Cada prisionero se liberaba contra el pago de una caja de municiones llena de duros de plata que los "moros", así les llamó siempre el abuelo, contaban de uno en uno antes de permitir su acceso al barco, Gandía, anclado a la vista. Muchos murieron en la travesía porque se hartaron de comer y sus estómagos no lo soportaron, él supo contenerse. Les mantuvieron una temporada en Málaga antes de que les dejasen volver a sus hogares, con una presencia y salud aceptable. Embarcaron el 27 de enero de 1923 y tras una escala en Melilla fueron llevados a Málaga para revisión médica y recuperación necesaria antes de volver a sus casas. Nuestro Carmelo Balsera llegó a su pueblo hace 100 años, el 18 de febrero de 1923. Su peripecia está recogida de su propia boca en una entrevista que adjunto. La Corporación Local solicitó una medalla que resultó denegada, para posteriormente recibir, de Alfonso XIII, esta cámara con la que trabajó de fotógrafo en su pueblo. Me la regaló a mí y la conservo con gran cariño. 

Cámara Kodak, que el abuelo Carmelo recibió del rey Alfonso XIII,
 tras su liberación en 1923

Los emires amigos del gobierno protestaron pues era darle financiación a los rifeños y efectivamente el poder de estos aumentó notablemente hasta que el 8 de septiembre de 1925 el desembarco de Alhucemas significó el principio del fin de las esperanzas rifeñas. Tres meses después del desembarco, las columnas de Franco, Saro, Varela, Campins.., arrasaron el Rif y vengaron las matanzas de Anual y Monte Arruit.

El domingo 18 de febrero el tren trajo de regreso a la estación de Almendralejo el soldado de ingenieros Carmelo Balsera González, oriundo de Santa Marta. Las autoridades de su localidad natal acudieron a recibirle y se formó una comitiva coches que le arropó hasta el pueblo como un auténtico héroe. Muchos paisano, incluso, no pudieron reprimir los anhelos por verlo «y se aproximaron a Aceuchal y Villalba, en deseo de ser los primeros en abrazarlo»58. Dos días más tarde, un redactor del Correo de la Mañana se desplazó a Santa Marta para entrevistarlo. El soldado Balsera aprovechó la entrevista para reclamar la placa y la Cruz de Beneficencia, así como la Laureada de San Fernando, en gratificación a la labor realizada con prisioneros de Ait Kamara, donde sirvió como ayudante del sargento Basallo, «ponía inyecciones, medicinaba y velaba de noche a los 50 o 60 enfermos diarios que había, llegando a contaminarse de tifus». Correo de la Mañana, de 24 de febrero, 13 y 24 de marzo, y 30 de julio de 1923

Terminada la guerra civil, en la que no participó, trabajó como cocinero en el ejército del aire, donde su hijo Angel, mi suegro, había ingresado voluntario y terminó jubilándose como comandante. El abuelo compensó sus penurias africanas con una buena boda con la maravillosa abuela Amalia, mujer encantadora y cariñosa, que supo soportar al abuelo que derrochó su fortuna hasta el punto que de tener coche en los años 30, tuvieron que poner a trabajar a su hijo, Ángel, como botones en el Ayuntamiento. Mi relación con el abuelo Carmelo también fue siempre estupenda, hasta el punto que me regaló lo único que tenía de valor; su cámara Kodak.

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