El 28 de junio de 2017, escribí el artículo, que adjunto," el duo Sánchez-Narbona letal para españa", que se me ha venido, hoy, a la memoria con su sangrante realidad, mientras leía un artículo en ABC sobre que Sánchez frenó un gran pacto del agua que incluía el estudio de inundaciones y que la ministra Garcia Tejerina, en 2018, llevaba intentando más de un año. Cristina Narbona había participado decididamente en la anulación del PHN; aprobado en 2001 por el gobierno de Aznar. Ahora el duo letal ha sido el formado por Pedro Sánchez y Teresa Ribera. Realmente por Zapatero y Sánchez. Con el plan aprobado en 2001, la DANA habría sido un episodio de lluvia torrencial pero sin los destrozos materiales y personales que sufrimos el pasado 29 de octubre. Que las ramas no nos impidan ver el bosque.
Tras ver como el Plan Hidrológico Nacional era derogado por J.L. Rodriguez Zapatero en 2004, el Gobierno de Mariano Rajoy marcó el Plan Nacional del Agua como una de sus prioridades a primeros de 2017. Pretendia un Plan pactado con todos y especialmente con el PSOE para que cualquier cambio de gobierno no lo derogara. La entonces ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, se había puesto manos a la obra en marzo de 2017, cuando llevó la hoja de ruta del pacto al Consejo Nacional del Agua. Con el respaldo de esta institución, el Ejecutivo inició la fase negociadora con las autonomías y ayuntamientos en julio, para abordar en septiembre las reuniones con los usuarios, regantes y representantes de la sociedad civil. Este bloque de reuniones fue muy extenso y superó los 120 encuentros en los que participaron unos seiscientos representantes de todos los ámbitos implicados en el agua.
Una vez horneado el acuerdo con los territorios y usuarios, en enero de 2018, el Gobierno de Rajoy consideró que era el momento de presentarlo a todos los partidos políticos con representación en el Parlamento. Lógicamente, comenzó por el PSOE como principal partido de la oposición y ofreció a su secretario general entrar en el pacto. Sánchez consideró que ese acuerdo era «imprescindible para millones de ciudadanos» y mostró su interés en llevarlo a buen puerto. Tanto, que prometió trabajar «muy en serio» para alcanzarlo. De hecho, ese mismo mes, el PSOE presentó el documento 'Diez acuerdos de país' en el que incluía el agua como uno de ellos, mientras Ferraz insistía en la «viabilidad» de alcanzarlo.
Pero llegó el mes de mayo y con él la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez al poder y una de sus primeras medidas fue parar el cierre de un Pacto Nacional del Agua entre Gobierno central, autonomías, ayuntamientos y partidos políticos para actualizar el Plan Hidrológico Nacional y, entre otras cuestiones, poner en marcha de forma consensuada los planes de gestión del riesgo de inundación exigidos por la Comisión Europea. La falta de coordinación fue, precisamente, determinante para que la DANA ofreciera un balance tan trágico el pasado 29 de octubre. Y, previamente, impidió que la gran obra de drenaje de la cuenca del Poyo llegara a ejecutarse al chocar con una ley autonómica. Volvía el PSOE a cargarse, por segunda vez, un PHN y sus nefastas consecuencias las estamos pagando con sangre y destrozos económicos.
Tras sacar la moción de censura con los votos de Podemos y los independentistas catalanes y vascos, Sánchez consideró que no cabía ningún acuerdo político con el PP. Ideología frente a gestión. La consecuencia fue que se perdió la gran oportunidad de alcanzar un pacto nacional que permitiera afrontar todos a una los cuatro grandes problemas que rodean al agua: inundaciones, pero también sequías, cumplimiento de los objetivos ambientales y gobernanza. Seis años después, ese discurso ha sido sustituido por el muro que levantó Pedro "Desastres" Sánchez entre izquierda y derecha en mitad del Congreso de los Diputados. La DANA es el último ejemplo de que anteponer ideología a gestión tiene coste.
El duo Sanchez-Narbona sustituyó al Zapatero-Narbona y repitieron identico destrozo, anteponiendo ideología a gestión. Y así seguimos viendo como se pierden miles de Hm3 y los pueblos ribereños sufren inundaciones en otoño/invierno, mientras en las cuencas del Júcar y Segura no se alcanza el 40% ni en época invernal. Perdimos el dinero que aportaba Europa, varios miles de millones de euros, con los que habríamos ejecutado esta obra y minimizado el tremendo impacto del paro y mejorado las defensas frente a inundaciones que se producen con relativa frecuencia.
Vinieron los nuevos estatutos de Autonomía, en los que pudimos escuchar gritos insolidarios del tipo: «¡El Ebro es nuestro!», «¡el Tajo es nuestro!», «¡el Duero es nuestro!» y «¡el Guadalquivir es andaluz!». y la necesidad hecha virtud de Sánchez dando paso al exceso ecologista que impide limpiar los cauces y que de acuerdo con Ximo Puig antepuso la "defensa de la huerta" a las obras de mejoras de los cauces que ahora nos han traido esta masacre con 220 muertos y más de 20.000 millones de coste material. Eso si, toda la culpa es de Mazón y por tanto una nueva versión del 11 M para sacar la cabeza cuando las encuestas daban una valoración derrotista al PSOE, sanchista. Aprovechando las desgracias para acaparar el poder.
Pero Mazón no es el único responsable pues la ministra Teresa Ribera, con la información de la CHJ empieza a temer la rotura de la presa de Forata en el rio Magro y así se le comunica a Mazón y para evitarlo comienzan los desembalses a razón de 1000 m3 por segundo (un millón de litros por segundo). Esta riada no se comunica a los ayuntamientos y en Algemesí originan 7 fallecidos además de inundaciones ruinosas.
La presa de Forata el 29 de octubre, aliviando |
Ribera opaca públicamente la solución que explica tal milagro: sus masivos desembalses. Y su precio en vidas y daños. Una deliberada inundación de la ribera del Magro. Una verdad sospechada por alcaldes afectados. Su ministerio toma una decisión que salva Forata en la tarde-noche del 29-O de octubre, pero condena a los pueblos de la cuenca del Magro: inicia una espiral de vertidos de la presa sin previo aviso a la población afectada.
A las 19:00 del 29-O el embalse está en su capacidad máxima de 37 Hm3 (37 mil millones de ltros) y le sigue llegando agua de la escorrentía de su cuenca por lo que los famosos 1.000 m3/seg se llevaban aliviando más de una hora y así se mantuvieron por lo menos hasta la 4:30 del 30-O en que el agua embalsada baja de 37 a 36 hectómetros cúbicos. Entre medias, apagón informativo. Ningún municipio del Magro cuestiona que Ribera debía desaguar Forata, peor sería recibir 37.000 millones de litros por rotura de la presa, pero ninguno duda que debieron ser avisados de que su ministerio los iba a inundar
Si tenemos en cuenta que Teresa Ribera enterró en 2022 el blindaje del Poyo, que sus avisos de la crecida del barranco del Poyo podían haber sido anteriores y que los desembalses de la presa de Forata fueron ocultados; tenemos tres detonadores de la tragedia. De las inundaciones es la única responsable por no haberlas evitado cuando se podía en 2020 y en el 29 O los daños materiales eran inevitables pero tiene al menos la responsabilidad compartida con Carlos Mazón sobre los avisos que pudieron evitar parte de los fallecimientos.
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