Leyendo el ABC me he encontrado con un artículo que me ha resultado sorprendente y es que un grupo de periodistas que decidieron hace 44 años que se reunirían a almorzar todos los jueves, menos en verano y los que lucen más que el Sol, han decidido darse de baja de forma unánime. Así es, el autodenominado Grupo Crónica se disuelve y estos privilegiados cronistas de nuestra democracia dicen adiós; aunque individualmente seguirán en activo. Me acabo de enterar, al mismo tiempo de su existencia y de su disolución, tal vez porque llevaron a rajatabla su lema de "off the record".
El líder de la oposición, Felipe González, fue el primer político en acudir a un almuerzo con ese grupo de jóvenes cronistas con los que compartía dos cosas: la pertenencia a una misma generación y el compromiso con el proceso de Transición y con la consolidación de la Democracia. La prioridad del grupo era conseguir información. De los géneros periodísticos, ¿cuál es el rey de la información? La crónica. El grupo ya tenía nombre. El objetivo era crear un clima de confianza con el invitado, de manera que se sintiera libre de ir más allá de una rueda de prensa. Obtener las claves de la información, el bien más preciado para un periodista.
Tras una breve etapa en el hotel Villa Magna y dos comidas en el Palace, el grupo se consolidó en el hotel Miguel Ángel. No sólo acabó siendo su casa, sino que bautizó como Crónica el salón que cada semana ha acogido los encuentros. La nómina de invitados, desde aquel joven Felipe González es un selecto listado de los protagonistas de la democracia española. Reyes, presidentes del Gobierno y autonómicos, alcaldes, cardenales, presidentes de clubes de fútbol, grandes empresarios, líderes patronales y sindicalistas, militares, jefes de inteligencia, diplomáticos... No es exagerado decir que si no has pasado por Crónica es que no has tenido poder en España. O a la inversa. Qué desilusión, acabo de descubrir que no he tenido ni poder ni influencia, a nivel nacional.
Desde aquel iniciático almuerzo con González, todos los presidentes del Gobierno han pasado por Crónica, aunque Zapatero lo hizo antes de ser presidente. No repitió porque vetó a Carlos Dávila y el grupo le respondió que no aceptaban vetos. «No podemos ceder a eso», explica Barriga. Y Pedro Sánchez, siendo secretario general del PSOE, se presentó en el Miguel Ángel media hora antes, y allí no había nadie. Pilar Cernuda llegó a la carrera y tuvo que soportar media hora de «borderías». De ese encuentro, Antonio Casado no recuerda casi nada, y Julián Barriga es duro: «A mí me pareció como ese sobrino que tenemos todos, buena persona pero nada sustancial». Rajoy, encantador y divertido.
Pilar Cernuda, dice de Pablo Iglesias: «Entró encantador, diciendo 'lo que más me gusta de esta comida es que voy a conocer a periodistas que han sido mis referentes cuando me empezó a gustar la política. Os conozco a todos, he leído la Transición, quiero escucharos porque sois los testigos de la Transición'. No escuchó a nadie, nos la contó él».
Con José Bono. |
Ahora han decidió, por unanimidad, que el Crónica termina con ellos; son: Pilar Cernuda, Nativel Preciado, Fernando Ónega, Carlos Dávila, Miguel Platón, Justino Sinova, Javier González Ferrari, Julián Barriga, Ramón Pi, Jorge del Corral, Daniel Gavela, José Ramón Verano, Manuel Antonio Rico, Antonio Casado y Diego Armario. Sufrieron bajas importantes: la más reciente, la de Pepe Oneto en 2019, y la más trágica la de Ismael Fuente, cuando el grupo compartía unos días de vacaciones en 1994. Con la satisfacción del deber cumplido, el Grupo Crónica se despide de nosotros tras 44 años de buen periodismo.
Curiosamente, una de las razones de mi blog es comentar aquello que me llama la atención. Con esta despedida del Crónica, cierro una semana que empezó con mi humilde adios a las crónica política; recogiendo también la del gran Arturo Pérez Reverte, a la que me sumo. Seguiré con mis curiosidades y con la historia, que me apasiona. Por cierto, ignoro si la despedida del Grupo Cronica, del que soy coetáneo, se debe a que estamos en la antesala de la demolición de esa Transición que tan bien conocen y vivieron pero que no quieren ver morir.