viernes, 28 de agosto de 2015

LA GUERRA DEL AGUA SE RECRUDECE. HONOR Y GLORIA A ZAPATERO

El pasado 27 de febrero, coincidiendo con las riadas y avenidas del Ebro, escribí un artículo, del que ahora rescato parte, sobre la insolidaridad entre Comunidades de la cada vez más deshilachada España. Viene ahora, seis meses después, a colación por la nueva guerra del agua desatada por la oposición del nuevo gobierno de Castilla La Mancha a un trasvase de emergencia de 14,4 Hm3, de los 400 Hm3 disponibles en la cabecera del Tajo, hacia Levante; que acaba de autorizar la Ministra Tejerina. El volumen que se va a trasvasar equivale al agua vertida por el Ebro,  en menos de dos horas, el pasado 27/28 de febrero.

Comenzaba el artículo con el espectáculo del rio desbordado a su paso por Zaragoza, calamidad que servía para que el ínclito Pedro Sánchez reprochase al Presidente Rajoy su tardanza en visitar las zonas afectadas; en clara demostración de su desmemoria en relación a la solución a este problema cíclico

Inundaciones del Ebro a su paso por Zaragoza, final de  febrero de 2015

 
La avenida extraordinaria del Ebro cuya punta, superó los 2.500 metros cúbicos por segundo, según las estimaciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). En cuatro días se había tirado al mar un año de lo necesitado en Levante.
 
 
España no es un país con déficit hidrológico, el problema es que está mal repartido, la lluvia media está en 636mm, algo superior a Estonia (626) o Polonia (600) y ligeramente por debajo de Alemania (700) y solo un 30% inferior a Francia e Italia están en 832/860 mm. Con esta pluviometría media y teniendo en cuenta evaporaciones y otros factores, nuestro  balance hídrico sería suficiente si la media fuese generalizada, pero no es así y por ello desde hace siglos en España se ha intentado paliar el problema con obras hidráulicas diversas. Tampoco nuestra geografía nos ha dotado de ríos amplios y caudalosos que facilitasen la navegación y con ella la interconexión territorial, como ocurre con los grandes ríos europeos en Francia, Alemania....
 
 
  La España ilustrada del XVIII construyó gran parte del Canal de Castilla, uno de los proyectos más relevantes de ingeniería civil, y pensó en la construcción de canales navegables para desarrollar la economía, regar los campos y transportar mercancías de forma competitiva. Un paso más en este camino tortuoso fueron las confederaciones hidrográficas, creadas en 1926 y que desempeñan un importante papel en la planificación hidrológica, aprovechamiento y gestión de recursos, protección del dominio público hidráulico, concesiones de derechos de uso privativo del agua, control de calidad, proyecto y ejecución de nuevas infraestructuras hidráulicas, programas de seguridad de presas, bancos de datos, etc.

Esclusa del Canal de Castilla, llenandose para ir ganando altura

La Dictadura de Primo de Rivera fue una época de gran impulso a las obras públicas en general e hidráulicas en particular; de ahí proceden las actuales Confederaciones Hidrográficas, muy novedoso concepto en su época. Este impulso fue recogido y continuado en la  IIª República por su gran Ministro de Obras Públicas, Indalecio Prieto. En esos año destaca el Ingeniero de Caminos Manuel Lorenzo Pardo, que trabajo en la cuenca del Ebro desarrollando numerosos proyectos de embalses y regadíos, teórico de los grandes trasvases y que no pudo ver su Tajo-Segura en funcionamiento.
 

Aún durante los primeros años del franquismo y teniendo en cuenta los escasos recursos y la situación de penuria de la posguerra, el Ingeniero Manuel Pardo siguió desarrollando una política hidráulica, terminada después por los ministros de obras públicas como Silva Muñoz. La política de embalses, a los que debemos una menor dependencia energética y un abastecimiento de agua para riego y usos industriales, favoreció el desarrollo de los años 70/80. Los planes fueron tan amplios que aún se hicieron presas (he tenido el privilegio de dirigir la construcción de cuatro) y canales en los años 90

Presa del Boquerón en el rio Lácara, TM. Cordobilla de Lácara

 
La antorcha, en la democracia, la recogió, ya gobernando el PSOE, el Ministro Josep Borrell, pero por nuestra falta de solidaridad no fue aprobado por la reticencia del PP. Ya se sabe que, casi siempre, los fracasos de los políticos se miden en crispaciones y coyunturas, pero en los cerca de diez años que los gobiernos de González estuvieron preparando el PHN, las tesis del PSOE estaban más en consonancia con el Plan que después aprobó el Gobierno de Aznar, que con el que modificó el Ejecutivo de Zapatero, sobre todo, en lo que se refiere a la política de trasvases.
 
El Plan Borrell, por supuesto, incluía las transferencias de agua entre cuencas. Incluso en su previsto trasvase del Ebro a Levante el volumen de agua a enviar, superaba al que, finalmente, fue aprobado durante el último gobierno del PP.
 
El propio Ministerio de Borrell reconocía en 1993 que el Ebro disponía de excedentes suficientes anuales, el año que menos agua vierte el Ebro al mar es superior al doble de lo que se preveía trasvasar, unos 1100 hm3. Por tanto estos excedentes regulados con embalses hiperanuales eran susceptibles de ser trasvasados y  podían contribuir a resolver las necesidades razonables de otras cuencas que no tienen recursos.
 
 Al llegar el PP al poder, retomó este asunto y para convencer a aragoneses y catalanes presentó una cifra inferior, unos 800 Hm3 a trasvasar, que se completaba con algunas desaladoras de refuerzo puntual y con inversiones para mejorar las distribuciones existentes en conducciones enterradas o en canales que permitirían reducir las perdidas en las cuencas de recepción y su distribución.
 
Por fin, el 30 de enero de 2001 el Gobierno del PP lograba sacar adelante el PHN, el primero después del aprobado en 1933 por Indalecio Prieto, por la abrumadora mayoría de 69 votos a favor y 15 en contra y con una quiebra importante en las filas socialistas. Aragón, Baleares y Asturias se opusieron y Andalucía se mostró reticente.
 
 La sorpresa la dieron otras dos comunidades socialistas, la extremeña de Ibarra y la castellano-manchega de Bono, a favor de que se debe trasvasar el agua que sobra y no desequilibrar y constreñir el futuro del Tajo que con unos embalses de cabecera que no llegan a alcanzar un 50% de su capacidad ni el los momentos óptimos, defendiendo así el agua del Tajo para ellos , sin trasvase al Segura. Los socialistas valencianos y murcianos también estaban a favor por motivos evidentes.
Embalse de Entrepeñas hace tres meses, al 20% de su capacidad.
 
 
Las obras se comenzaron, incluso con un abastecimiento de urgencia a Barcelona capital, pero más tarde, cuando ERC y otros partidos nacionalistas minoritarios empezaron a tener las llaves de la gobernabilidad, empezaron los cambios de criterio, sobre todo en el PSOE y en CiU, que al principio apoyó el trasvase.
 
El trágico atentado del 11 M, mal manejado por el gobierno saliente, nos trajo a Rodríguez Zapatero, que en su programa de negaciones , incluía derogar el trasvase del Ebro. Y así seguimos viendo como se pierden miles de Hm3 y los pueblos ribereños sufren inundaciones, mientras en Levante se pasan los meses mirando el caprichoso devenir de las lluvias en su zona pre-desértica
 
Perdimos el dinero que aportaba Europa, varios miles de millones de euros, con los que habríamos ejecutado esta obra y minimizado el tremendo impacto del paro, además de mejorar las defensas frente a inundaciones de las poblaciones ribereñas; que se producen con relativa frecuencia; en cambio no solo perdimos esa financiación sino que se pararon las obras iniciadas y se indemnizó por daños y perjuicios a las empresas que estaban realizando los trabajos. Sigue faltándonos la imprescindible visión de Estado necesaria para arreglar el sempiterno conflicto del agua y nos dispersamos en nuestros egoísmos provincianos.
 
Después del disparate de Zapatero y de su ministra Cristina Narbona, avivando la guerra del agua, vinieron los nuevos estatutos de Autonomía, en los que pudimos escuchar gritos insolidarios del tipo: «¡El Ebro es nuestro!», «¡el Tajo es nuestro!», «¡el Duero es nuestro!» y «¡el Guadalquivir es andaluz!». El Constitucional los rectificó y puso las cosas en su sitio el 14 de junio del 2011, y la salmuera, producto contaminante de desecho de las desaladoras, dio al traste con las 51 plantas sustitutivas del PHN, que se quedaron en 27, trabajando únicamente al 20 % de su capacidad, a causa del precio prohibitivo que tiene cada hectómetro cubico de agua desalada.
 
Se ha estudiado e incluso ha habido conversaciones entre la ministra Isabel García Tejerina y  Segolene Royal, ministra de Ecología, Desarrollo y Ecología de Francia, para resolver el problema de Levante con el agua sobrante del Ródano. Tiene narices que la solidaridad francesa y europea estén muy por encima de nuestras miserias patrias. Con el riesgo/espada de Damocles de dejar una parte importante de nuestra agricultura más competitiva en manos de una potencia extranjera, olvidando como se han quemado y descargado camiones con fruta en la frontera.
 
HONOR Y GLORIA A ZAPATERO y a sus herederos: Pedro Sánchez que apoyó con su voto la decisión y al propio Emiliano García Paje que secundó el silencio de José Bono (comprado con el nombramiento de Ministro).
 
La zona que con el 3% de la superficie de España, exporta el 28% del total de los productos de huerta, mira lastimosamente a los desecados embalses de cabecera del Tajo y todos lamentamos la derogación del trasvase del Ebro.

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