sábado, 11 de marzo de 2017

CENTENARIO DE LA VERDADERA REVOLUCIÓN RUSA

Pocas cosas hay más falsas que un dólar de madera y entre ellas se encuentra la Revolución Rusa del 7 de noviembre (en nuestro calendario gregoriano) de 1917. Empezaremos por aclarar que esta revolución no acabó con la servidumbre y el feudalismo, que ya había sido abolida en 1861 por el zar Alejandro II, que sería asesinado, 20 años más tarde, por un anarquista. Tampoco derrocó al zar Nicolás II, que había sido obligado a abdicar el 15 de marzo (gregoriano) de 1917 y su poder asumido por la DUMA que nombró a un gobierno más bien socialista y burgués. Abdicación que sorprendió en Suiza a Lenín, sin que hubiese intervenido en la misma. Lo único cierto es que la de noviembre solo causó cuatro muertos, como bien dijo Sanchez Mato, concejal de hacienda del Aytº de Madrid,  entre los bolcheviques que intentaron el asalto al Palacio de Invierno (sede del Parlamento y por tanto de la soberanía popular), es decir, murieron dando un golpe de estado días antes de las elecciones, en un claro intento de usurpar la soberanía popular que decían defender. Este Golpe de Estado abrió paso a una cruel guerra civil y a una ola de asesinatos políticos tendentes a eliminar cualquier oposición a Lenín. Aclarados estos extremos, demos un paseo por la historia y los acontecimientos que desembocaron en la revolución Rusa.


Efectivamente en 1861 el zar que gobernaba en Rusia, Alejandro II, dictó una ley que acababa con siglos de servidumbre y con la obligación de que los trabajadores permanecieran anclados en la tierra que trabajaban, bajo el dominio del señor feudal. Esta ley llegaba con más de 60 años de retraso respecto a la Revolución francesa y curiosamente coincidía en el año con la emancipación de los esclavos en EEUU, promulgada por Abraham Lincoln y que acabó en una guerra civil. En Rusia la transición fue más pacífica y no sin oposición de los nobles y de los burgueses/terratenientes ricos. Esta liberación de mano de obra agrícola sirvió para alimentar de trabajadores a la industria y la segunda revolución industrial tuvo en Rusia un despegue muy importante, coincidiendo con el gran desarrollo ferroviario y aportando el caldo de cultivo idóneo en que crecieron las teorías sociales desarrolladas por Karl Marx, Engels y del anarquista Bakunin.

Monumento en Berlín a Marx y Engels

 Este despegue industrial acercó Rusia a los países más industrializados y generó una gran masa de proletariado que se soltaba las ligaduras y empezaba a crecer alrededor de los núcleos fabriles, en condiciones de vida propicias para la agitación político-social. El desarrollo ferroviario se hizo de la mano y con financiación francesa, creando lazos que les harían ser grandes aliados. Atrás quedaban la guerras de Crimea que enfrentaron en la década anterior a rusos contra franceses, ingleses y turcos.

En el último tercio del S.XIX , se desarrolla el imperialismo que lleva a ingleses y franceses a repartirse África; mientras Rusia extiende hacia el Este su zona de influencia y EEUU hacia el Oeste. Esta extensión durante el gobierno de Alejandro II les lleva a Mongolia y Manchuria; donde choca con el imperio japonés que quiere controlar ese mismo territorio y aquí comienza la historia que nos llevará a la abdicación.



En 1904 comienza la guerra ruso-japonesa que incrementa las penurias de la población y que termina en 1905 con la derrota rusa y la pérdida de Porth Arthur. Hacemos un alto en el domingo de sangre, el 22 de enero de 1905, en que una masa hambrienta de dirige pacíficamente, bajo la protección de popes e imágenes de la virgen, hacia el Palacio de Invierno (entonces residencia del zar) pidiendo pan a su venerado papaito, como llamaban al zar. Éste no se encontraba allí pero da instrucciones de disolver a la multitud, cosa que hacen los cosacos de la Guardia a golpes de sable y descargas de fusilería. Se produce una matanza y la llama de la revolución se extiende por el país, siendo difícilmente controlada y obligando al zar a crear la Duma Estatal, Parlamento, que controlaría su hasta entonces poder omnímodo. El año siguiente el zar se zafó en gran medida del control de la Duma Estatal. 

Domingo de sangre, 22 de enero de 1905

Dos personajes importantes en el socialismo revolucionario de la época, Rosa Luxemburgo y su mentor y pareja sentimental, Leo Jogiches (fundadores del partido socialista polaco), nos ayudan a conocer al Lenín de principio del S. XX. Participan activamente en la revolución de 1905 y ambos son encarcelados aunque un hábil manejo por parte de Rosa (polaca de nacimiento y alemana por matrimonio) de su nacionalidad alemana y las presiones de sus compañeros del SPD alemán, permiten su salida sin daño, tras lo cual se marcha a Finlandia donde coincide con Lenin. Establecen una buena relación aunque discrepan de como conseguir el triunfo del proletariado, democráticamente según Rosa y sin oposición ni fisuras (dictadura), según Lenin. De este dice que tiene una cabeza capaz de derribar muros y que nunca daría su brazo a torcer.

Llegamos así a la Iª G.M., en la que el zar se dejó involucrar por Francia, entrando sin la preparación adecuada. La ofensiva rusa de agosto de 1914 alivió la presión alemana en la ofensiva del Marne y salvó a los franceses pero a costa de sufrir dos tremendas derrotas que le supusieron casi medio millón de bajas. Durante los dos años siguientes, Rusia llevó a cabo ofensivas importantes como la cabalgada de Brusilov pero al final los medios alemanes terminaban por imponiéndole un coste tremendo en vidas. El hambre se enseñoreó de Rusia; comenzaron la huelgas, levantamientos y protestas que eran reprimidos violentamente por la policía hasta que regimientos de soldados se pusieron del lado de los revoltosos y se enfrentaron con la policía. El ambiente se fué caldeando, escapándose del control del gobierno ( está muy bien reflejado en el libro La Caída de los Gigantes, de Ken Follet) hasta el punto de congregar a más de 200.000 personas (principalmente mujeres) coincidiendo con el dia internacional de la mujer, 8 de marzo del 17, en San Petersburgo.


Manifestación del 8 de marzo de 1917


La suerte estaba echada y el zar intentó salvar los muebles de la monarquía,  abdicando en su hermano Miguel pero la revolución era ya imparable y Rusia pasó a ser una República socialista-burguesa el 15 de marzo. Lenín estaba en Suiza y la abdicación le pilló fuera de juego. Aquí los mencheviques con Kerenski al frente perdieron la ocasión de oro de haber consolidado esta república democrática y por mantener su apoyo a Francia, mantuvieron a Rusia en la guerra.

Los alemanes vieron la oportunidad de sacar a Rusia de la contienda y eliminar el segundo frente antes de que la potencia de EEUU hiciera sentir su peso en el conflicto, para lo que facilitaron el paso de Lenín a través de su territorio y aportaron fondos a los bolcheviques, minoría en ese momento en la DUMA, pero partidarios de sacar a Rusia de la guerra. Lenín salió de Suiza el 9 de abril y llegó a San Petersburgo (Petrogrado) una semana después, tras pasar por Suecia y Finlandia.

Durante el verano, Rusia siguió sufriendo graves derrotas y  pérdidas en el frente, por lo que la inestabilidad y el descontento siguieron aumentando, reflejándose en el gobierno que cambió cuatro veces en ocho meses. Los bolcheviques aprovecharon el descontento para ir infiltrándose en los soviets y eligieron la reunión parlamentaria del II Congreso de los Soviets de Rusia (socialistas revolucionarios, demócratas, mencheviques y bolcheviques) del 6/7 de noviembre para dar un Golpe de Estado y hacerse con el poder. En el asalto murieron cuatro bolcheviques, ante los guardias que rechazaron el primer asalto; pero como Kerenski no consiguió refuerzos de los regimientos cercanos, terminaron por rendirse y entregar el poder a Lenín y los bolcheviques. Tras numerosos retrasos hubo elecciones entre finales de noviembre y enero del 18, que arrojaron un resultado contrario a Lenín, aunque esta ya controlaba el gobierno. Los socialistas revolucionarios obtuvieron 17.000.000 de votos; los bolcheviques poco más de la mitad, 9.000.000; los mencheviques más los demócratas constitucionales, algo más de 3.000.000; pero como decía Rosa Luxemburgo: Lenín una vez alcanzado el poder, no daría su brazo a torcer. 
La Joven Guardia Roja controla el acceso al Parlamento
El famoso asalto al Palacio de Invierno no lo fué contra el zar, otra mentira, sino contra la sede del Parlamento y los representantes legalmente elegidos. Vamos, como en el Golpe de Estado de Pavía que entrando en las Cortes en enero de 1874, desalojó a los diputados cuando estaban decidiendo quien sería el nuevo Presidente de Gobierno de la Iª República, e imponiendolo por la fuerza. En definitiva, un Golpe de Estado como tantos que hemos conocido. La guerra civil estaba servida, duró hasta junio de 1923 y dejó tras de sí más de 8.000.000 de muertos en combate, por hambre y represión.


Crucero Aurora en San Petersburgo

El asalto al Parlamento se inició con un disparo del crucero Aurora y contó con el apoyo de su marinería. Curiosamente este crucero era un superviviente de la escuadra del Báltico que enviada en 1904 al mar del Japón para la guerra ruso-japonesa, fué destrozada en el estrecho de Tsushima, a finales de mayo de 1905, por el almirante Togo. Esta escuadra había recorrido 33.000 km antes de entrar en combate y la larga travesía había acumulado conchas en los cascos y así su velocidad máxima se reducía a 8 nudos, frente a los 15 nudos de sus homólogos japoneses. Esta derrota y la firma del correspondiente armisticio habían abierto en 1905 la puerta de la caída del zar, que se cerraba 12 años después.


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