Efectivamente hoy se cumplen 80 años de la invasión de Polonia por las fuerzas alemanas, bajo la escusa de un incidente fronterizo; pero la razón hay que buscarla más atrás, en el tratado de Versalles y las condiciones humillantes y leoninas que le aplicaron a Alemania tras la Iª Guerra Mundial; guerra que nadie pensaba que iba a durar y cuya responsabilidad recae sobre varios padres. Curiosamente, 25 años antes y por idénticas fechas, finales del mes de julio de 1914, Europa vivía inmersa en la engañosa placidez de la Belle Époque, instalada en una prolongación de la prosperidad de finales del siglo XIX que duraba casi tres lustros. Un mes más tarde, solo quedaban un montón de escombros y ruinas humeantes: habían tronado los cañones de agosto. Barbara W. Tuchman reconstruye en este libro clásico en su género -premio Pulitzer en 1962- el dramático panorama, la tensión psicológica, la incertidumbre y el desconcierto de aquel intenso mes de agosto de 1914 que transformó drásticamente el mundo. Tras cuatro años de guerra, Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada. Tras seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París, el 28 de junio de 1919 los países aliados firmaron el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a lo largo del siguiente año con cada una de las potencias derrotadas. Más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles perdieron la vida (1 % de la población mundial)
Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se desmantelaron. El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron por completo y varias naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial se fraguó la Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer Estado en la historia autodenominado socialista: la Unión Soviética. Nace varias naciones y otras renacen 125 años después de haber desaparecido como nuestra protagonista. Para consolidarse, Polonia tuvo que guerrear con Rusia y vencer entre 1920/23. Tampoco vio reconocidas sus fronteras por el otro gigante, Alemania que reclamaba parte de la Silesia y el puerto de Danzing. Aquí comienza la razón de lo ocurrido el 1º de septiembre de 1939.
Algunos políticos, como el polaco Józef Piłsudski, héroe de su independencia y posterior presidente, habían tratado de forjar una gran coalición de la Europa central, oriental y de los estados balcánicos, para defenderse de Rusia y Alemania, pero la inestabilidad creada por el Tratado de Versalles, originó una serie de conflictos en esas zonas que impidió la creación de otra cosa que no fuese una serie de pequeñas alianzas, sobre todo tratados bilaterales. Polonia, por ejemplo, mantenía buenas relaciones con Letonia, Rumanía, Hungría y Francia; con quien firmó un tratado de defensa; pero enfrentamientos bélicos con Checoslovaquia y Lituania . Del mismo modo, había tensiones entre Hungría, por un lado, y Rumanía y Checoslovaquia por otro. Polonia al ver que Francia se autoprotegía detras de la Línea Maginot, empezó a pensar que más le valdría un arreglo con Alemania y así iniciaron las negociaciones que culminaron el 26 de enero de 1934, cuando Hitler anunció la firma en Berlín de un pacto de no agresión con Polonia de diez años de duración. Con el entorno estabilizado, Hitler emplea 30 veces más dinero en rearmarse que la víctima, Polonia. El ejército polaco moviliza más de 600.000 hombres pero la diferencia técnica y material es tan brutal que la guerra no llega a Octubre. Claro que llegado el momento, Francia no resistirá mucho más.
Hitler sigue con su política amable de aumentar sus territorios con la anexión de Austria, seguida por los Sudetes en octubre del 38, tras el pacto de Munich con Francia e Inglaterra pero la ocupación de Checoslovaquia, marzo del 39, marca un punto de inflexión en la política de apaciguamiento con Alemania. No se permitiría ninguna aventura expansionista nazi más. En mayo de 1939, Hitler planea ir a la guerra contra Polonia y renuncia al tratado del 34 pero Francia y el Reino Unido ofrecen garantías a Polonia en caso de agresión alemana que aunque Hitler menosprecia dicho soporte, le hace dudar y piensa en cubrirse las espaldas, lo que consigue el 23 de agosto con la sorprendente firma del Tratado Ribbentrop-Molotov. Aún así Hitler y sus generales dudan pero el 1º de septiembre, de madrugada la IIª G.M. comienza oficialmente con la invasión de territorio polaco para recuperar la conexión con Prusia Oriental, Silesia y otras zonas perdidas, a favor de la naciente Polonia, en el Tratado de Versalles de 1919. Dos días después Francia e Inglaterra dan el paso que Hitler temía y entran en guerra, en defensa de la integridad territorial de Polonia. Curiosamente, esto no se invocó cuando quince días después, el 17, son los rusos quienes invaden territorio polaco, alegando el interés de los oriundos rusos en territorios fronterizos entre Rusia y Polonia. Igual que siguieron mirando para otro lado cuando el 29/30 de noviembre los rusos invaden Finlandia. Por delante seis años de guerra y entre 40 y 50 millones de muertos y destrucción aterradora.
Mientras se produce la invasión de Polonia, la única expresión del apoyo aliados, la lleva acabo el ejército francés que amaga en el frente occidental y después de unas escaramuzas fronterizas vuelven a sus posiciones iniciales. Inglaterra traslada a territorio francés al cuerpo expedicionario británico y durante nueve meses la tranquilidad es la nota dominante. Los partidos comunistas piden a sus afiliados que boicoteen el esfuerzo bélico de sus paises (Rusia y Alemania son aliados). Durante ese tiempo el ejército franco-inglés se adormece y el alemán aumenta sus fuerzas acorazadas, es decir se prepara para poner en práctica lo aprendido y mejorarlo. Polonia cae a finales de septiembre, mueren 66.000 y son heridos otros 135.000; amén de 500.000 prisioneros. Unos 100.000 huyen y llegan a Francia donde luchan en 1940, de allí pasan a Inglaterra y participan en Montecasino y en el cierre de la bolsa de Falais, que precedió a la entrada en París. Para los polacos del interior, comienza una época de exterminio en Katyn (más de 22.000), judíos del gueto de Varsovia, levantamiento del verano del 44...Al final de la guerra, mayo de 1945, Polonia había perdido unos 6.000.000 de sus habitantes, en torno al 20% de su población de septiembre del 39.
La famosa foto en que se levanta la barrera fronteriza. |
Mientras se produce la invasión de Polonia, la única expresión del apoyo aliados, la lleva acabo el ejército francés que amaga en el frente occidental y después de unas escaramuzas fronterizas vuelven a sus posiciones iniciales. Inglaterra traslada a territorio francés al cuerpo expedicionario británico y durante nueve meses la tranquilidad es la nota dominante. Los partidos comunistas piden a sus afiliados que boicoteen el esfuerzo bélico de sus paises (Rusia y Alemania son aliados). Durante ese tiempo el ejército franco-inglés se adormece y el alemán aumenta sus fuerzas acorazadas, es decir se prepara para poner en práctica lo aprendido y mejorarlo. Polonia cae a finales de septiembre, mueren 66.000 y son heridos otros 135.000; amén de 500.000 prisioneros. Unos 100.000 huyen y llegan a Francia donde luchan en 1940, de allí pasan a Inglaterra y participan en Montecasino y en el cierre de la bolsa de Falais, que precedió a la entrada en París. Para los polacos del interior, comienza una época de exterminio en Katyn (más de 22.000), judíos del gueto de Varsovia, levantamiento del verano del 44...Al final de la guerra, mayo de 1945, Polonia había perdido unos 6.000.000 de sus habitantes, en torno al 20% de su población de septiembre del 39.
La IIª Guerra Mundial había tenido un prólogo en la Guerra Civil española o un epílogo de Iª. Efectivamente la guerra civil española se peleó con las tácticas de trincheras como en la Iª G. M., incluso empezó siendo una guerra al estilo colonial del S. XIX, con el sistema de columnas, pero con armas experimentales y que fueron decisivas en la Gran Guerra que le seguiría casi sin solución de continuidad: aviones de ala baja, bombardeos a poblaciones, tanques modernos con torreta giratoria, cañones contra carro; pero las lecciones no se aprendieron por igual entre los partícipes y solo los alemanes supieron sacar rendimiento a este ensayo.
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