lunes, 15 de abril de 2019

DESMONTANDO MITOS. REFERÉNDUM CANADIENSE Y ESCOCÉS.

Iniciaremos con una introducción histórica, necesaria para ver las diferencias entre Canadá y Escocia, con Cataluña y por que no pueden ponerse como ejemplo para un referéndum de secesión. Cuando Cataluña, como parte del reino de Aragón llevaba 100 años formando parte de lo que conocemos como España, Canadá empezaba a ser colonizada por franceses e ingleses, división que perduró hasta que, tras cuatro guerras, Francia perdió todo el territorio; la última y definitiva coincidiendo con la guerra europea de los Siete años. 

La guerra terminó oficialmente el 10 de febrero de 1763 por el Tratado de París. El tratado fue firmado por Reino Unido, Francia, España (entró demasiado tarde, para salvar a Francia, como resultado de la alianza de familia) y Portugal. Junto con la Paz de Hubertusburgo firmada por Prusia, Austria y Sajonia supuso el final de la guerra de los Siete Años. Por este tratado Francia aceptó el control británico de Canadá y confirmó la cesión de Luisiana a España en compensación por la pérdida de Florida, que España tuvo que ceder a Reino Unido; si bien la recuperó veinte años después. En 1821 se vendió Florida a EEUU. Los francófonos católicos de Quebec, tradicionales enemigos de los colonos estadounidenses de las Trece colonias, recibieron un trato respetuoso por parte de las autoridades británicas.                                                         

Trato que se confirmó en 1774 cuando se dotó a Canadá de un estatuto particular dentro de las colonias estadounidenses que poco tiempo después iniciaban su guerra de independencia. Francia y España apoyaron a los insurgentes, para vengarse de la guerra de los siete años. Francia aportó tropas y España dinero; terminando con un nuevo Tratado de París en 1785; que representó ventajas para ambas potencias, especialmente para España. La independencia provocó el éxodo de cerca de 65-70.000 lealistas (más del 2% de la población de las 13 colonias) que se refugiaron mayoritariamente en Canadá (unos 46.000), dando a Canadá su marcado carácter lealista y pro británico. Más de 100.000 canadienses han dado su vida en las dos guerras mundiales, en defensa de Reino Unido.
Firma del tratado, los firmantes ingleses se negaron a ser pintados.
El 18 de junio de 1812, por unos roces sobre los marineros desertores y la libertad de navegación, el presidente Madison declaró la guerra a Inglaterra. Pensaba que conquistar Canadá sería fácil y confiaba en el apoyo de la zona francófona; apoyo que no tuvieron pues estos temían más a los invasores que a los ingleses, que les habían otorgado un estatuto de autonomía muy positivo. En el plano militar, la guerra comenzó mal para los americanos, Entre otras razones al enfrentarse en la frontera a parte de esos 46.000 anglófilos huidos durante la guerra de independencia. La invasión de Canadá resultó en una humillante derrota, y las tropas británicas no sólo repelieron a las estadounidenses, sino que las persiguieron y llegaron a ocupar Washington D.C, quemando el Capitolio, la Casa Blanca y otros edificios del gobierno.
Muerte del general inglés, Pakeham, auxiliado por soldados escoceses
El último acto de la guerra fue la Batalla de Nueva Orleans donde los estadounidenses derrotaron a una fuerza británica; reforzada tras la derrota de Napoleón. Con el estancamiento en los frentes, ambas naciones llegaron a un acuerdo de paz, en diciembre de 1814, que devolvía las fronteras a su situación previa a la guerra. Muchos de los oficiales ingleses retornaron a Inglaterra con tiempo para participar en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815; tres años justos desde la declaración de Madison. Ambos paises aprovecharon su lucha para reforzar su concepto de nación. Mientras, Cataluña llevaba 100 años de unión tranquila y había sido el motor de la defensa frente a la invasión francesa: Gerona, El Bruch... Cuando Canadá consolida sus fronteras actuales, Cataluña lleva 300 años formando parte de la unión de las coronas Castellana y aragonesa.
El tambor del Bruch.
Unos años antes, el 16 de abril de 1745, del que ahora se cumplen 274 años, tenía lugar una batalla que raramente se recuerda aunque hace unos días pusieron en la tele "El Señor de Balantry". En dicha batalla se enfrentaron escoceses jacobitas contra ingleses, apoyados por algunos escoceses, hannoverianos. No fue una batalla de escoceses contra ingleses, luchando por su independencia, sino una batalla para imponer un rey. Aquí empieza nuestra primera ¿similitud/diferencia?, con nuestra guerra de sucesión que terminó en 1714.


No podemos obviar el importante hecho de que Escocia sí había sido un reino independiente hasta el Acta de Unión de 1707; con un escocés, Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, como rey. En Culloden perecieron lo más selecto de los clanes de las tierras altas. El jefe inglés y Príncipe Heredero, Cumberland, había dado orden de no tomar prisioneros y así se realizó durante la batalla y en los días posteriores en que se persiguió a los supervivientes; reflejado en varias películas. A los jefes de los clanes que habían secundado la causa jacobita se les quemaron los castillos y casas señoriales y confiscaron sus posesiones. Incluso en el Parlamento londinense se debatió la posibilidad de esterilizar a las mujeres de las Highlands. Se prohibió, bajo pena de muerte, la posesión privada de armas de cualquier tipo, vestir el kilt (salvo que se sirviera en los regimientos escoceses destinados a las colonias) e incluso tocar la gaita y hablar gaélico y escocés. Igualito que en Cataluña.


Arruinados y sin futuro, más de 40.000 escoceses no tuvieron otra salida que emigrar a América, especialmente hacia Carolina del Norte. Como una burla del destino, muchos se alistaron como tropas de élite en el ejército de Jorge II para luchar contra los franceses y sus aliados indios durante la Guerra de los Siete Años. Con sus antaño aguerridos clanes deshechos, desarmados y empobrecidos, Escocia nunca más volvería a levantarse en armas contra Inglaterra. Sus jefes y familias dirigentes habían sido exterminados. Por contra, tras el 11 de septiembre, Cataluña se transformó radicalmente y empezó una época de esplendor. Sus líderes no fueron exterminados; otra diferencia a favor de Cataluña, la suerte de que España no era Inglaterra. Durante los dos últimos siglos, Cataluña se ha beneficiado de aranceles que protegían su producción textil e incluso el gobierno de nuestra última guerra es evidente que protegió y favoreció la economía de Cataluña en detrimento de otras regiones españolas. Desde Culloden, Escocia ha proporcionado 9 primeros ministros y Cataluña por contra, siete intentos separatistas e inculcado el odio a todo lo español. 
                                         
https://elcriticonhistorico.blogspot.com/2017/09/las-traiciones-independentistas.html

Eso sí, cada vez que RU entra en guerra, los escoceses son la vanguardia de su ejército.; situación que en España se vivió con los voluntarios catalanes durante las guerras coloniales de la 2ª mitad del S.XIX; en Marruecos. Por contra la pérdida de Cuba fue el germen de los partidos regionalistas/independentistas catalanes por la pérdida del negocio de los licores, el azucar y los esclavos.
El general Prim con los voluntarios catalanes. 1860
Vistas las brutales diferencias en como han llegado a nuestros días las tres regiones analizadas, nos falta un matiz legal con la ley de referéndum canadiense (“Ley de Claridad”, aprobada por su Parlamento nacional el 29 de junio de 2000), para terminar de cerrar el por que no es de aplicación a nuestro país, empezando porque nuestra Constitución no la contempla. Además, aquí se pretende una pregunta sin concretar su alcance pues un si o un no es totalmente ambiguo si no se acompaña con un acuerdo previo de su contenido.
La Ley aceptó la segregación de un grupo de población de su territorio. Y fijó las condiciones concretas para llevar a cabo un nuevo intento de secesión. Las preguntas ambiguas fueron erradicadas y la Cámara de los Comunes pasaba a ser la responsable de comprobar que la pregunta del referéndum fuera clara y directa. La ley marcó también el mecanismo para realizar la partición de los activos y pasivos en un terreno; el establecimiento de mayorías reforzadas y la fijación de un porcentaje mínimo de participación. E incluso se incorporó el principio de “nueva definición de fronteras”, es decir, que si una parte del territorio que aspira a la independencia, a la vez se quiere separar, también puede subindependizarse. 

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