Por segunda vez, primera en nuestra historia democrática, un aspirante a Presidente ha resultado rechazado. Sanchez el primero en una moción de censura, el primero en resucitar después de ser defenestrado por su partido y esperemos no sea el primero en destrozar la unidad de España, aunque a veces parece estar en ello. Primeras veces hijas de la temeridad y de una ausencia asombrosa de escrúpulos así como de una arrogancia igualmente asombrosa. No otra cosa se necesita para proclamarse vencedor absoluto de unas elecciones en las que se obtienen 123 escaños, de 350 posibles, y pasarse tres meses sin mover un músculo para asegurarse el éxito de la propia investidura ; otra primicia. El engreído Pedro Sánchez pensaría que lo iban a investir presidente porque sí, porque él lo vale. Y si Pablo Iglesias pensaba que apretando las tuercas iba a conseguir doblegar al presidente en funciones, es que desconocía hasta que punto Sánchez es un ególatra irresponsable, que solo busca el poder por el poder y claro llegó el choque de trenes, escenificado en la sesión del lunes 22 y rematado el jueves 25 (festividad de Santiago, patrón y salvador de España) con la premonición/amenaza de Iglesias a Sanchez: si opta por elecciones, no volverá a ser Presidente. Sanchez, en el minuto 15 de su discurso del jueves, terminó negándoles el pan y la sal a los de Podemos con una frase acertada: él no iba a presidir un gobierno irresponsable que perjudicara a los ciudadanos y entre la presidencia y sus convicciones, elegiría siempre estas últimas; frase que era similar a la que decía antes de la moción de censura y que después se pasó por el forro y sustituyó a Rajoy con sus aliados Frankenstein. Efectivamente esta vez ha rectificado y por tanto ha acertado.
Cuando Iglesias renunció a ser vicepresidente, Sanchez y sus asesores vieron en esa retirada estratégica una trampa pues eliminaba el principal escollo del gobierno de coalición y el enemigo en casa le destrozaría la legislatura y sus posibilidades de futuro; por lo que se dedicaron a ningunearles para que se dieran por ofendidos y les dejaran en bandeja el lema de la posible campaña electoral: Podemos es responsable de que no tengamos un gobierno de izquierdas, en armonía con la naturaleza (influencia zapateril).
Sánchez no se merece que los representantes políticos de millones de españoles le permitan gobernar. El posible gobierno de coalición PSOE + Podemos suma 11. 213. 684 votos (43%) y los votos negativos de PP + Cs +Vox + NA suma 11.276.020 (43,1%). Su pasado de no es no, su adolescente ambición política, su posición en Navarra, su comprensión a los filoetarras, su simpatía por los golpistas y su actitud hacia Vox no lo acreditan para que se le otorgue la confianza de quienes votaron opciones muy alejadas de sus planteamientos ideológicos, si es que de verdad los tiene, más allá de preservar el poder.
La condición amoral de Sánchez quedó clara cuando presumió de anteponer sus principios a sus conveniencias, dos días después de atacar a Vox y con él a Ciudadanos y PP al día siguiente de besuquearse con el partido de la ETA, al que agradeció su tarea en pro de la Memoria Histórica y con el que solo tiene discrepancias con su pasado, en el que se incluyen 11 socialistas asesinados. No impide recibimientos a etarras, ayer a Baldo en Hernani ni se inmuta porque nuevamente el Parlamento catalán repudien nuevamente al Rey o renueven leyes inconstitucionales y ampliación de embajadas tendentes a propagar el procés. Miente más que habla.
Un personaje que se ha acostumbrado a denominarse a sí mismo «El Presidente» y que no soporta que alguien le pueda hacer luz de gas. Sánchez sí tragaba con gobernar con Podemos: les ofreció una vicepresidencia, aunque fuese florero, y tres ministerios. Un ofertón para un partido en declive. La sorprendente bofetada de Iglesias con su «no» lo obligó ayer a virar su discurso sobre la marcha. Pasó entonces a tachar a Podemos de partido sin experiencia, incapaz de gestionar cosas serias. Lo decía el mismo Sánchez que regaló a esos incompetentes las alcaldías de la capital de España, de Barcelona y de varias urbes de relieve; olvidando que él es presidente con una sola experiencia de concejal de a pie. La incongruencia maniobrera habitual.
Sanchez, en el patio del Congreso se protege de la prensa acreditada. |
En la historia del socialismo español no hay un personaje comparable a Pedro Sánchez. Entre otras cosas porque su ambición de poder, a cualquier precio, se ha disfrazado eficazmente de épica, libro de autobombo incluido. Pero esta vez hemos tenido suerte pues ha acertado al rectificar, por ahora, en su propuesta, ¿trampa? de gobierno de coalición con Pablenin.
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