Mirando la prensa de ayer, sábado 12 de febrero, me he encontrado con una de las múltiples consecuencias del legado de Jordi Pujol, consentido por el gobierno central; en esta ocasión por Pedro Sánchez como antes lo consintieron Suarez, Gonzalez, Aznar, Zapatero y Rajoy; incluida la aplicación cobarde del 155 de este último.
El Teatro Lliure, de Barcelona, aborda el franquismo en un espectáculo familiar, Frank, actualmente en cartel. Se trata de una temática sin duda poco común por el público al que está dirigida: niños de siete años. En la producción se recorre la vida del dictador Francisco Franco y está sufragado por el Ayuntamiento de Barcelona, el Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM), del Ministerio de Cultura, y la Diputación de Barcelona. No es algo inusual pues forma parte del aleccionamiento infantil para formar a los futuros independentistas y fomentar el desarraigo interesado de la historia común, pues olvida que durante la dictadura, Cataluña fue muy favorecida frente a otras comunidades.
Empezaremos por Suarez que para frenar el éxito del PSC, pensó en potenciar el nacionalismo catalán y facilitó la llegada de Tarradellas; además de sobrevalorar sus votos . Efectivamente el PSC vio frenadas sus expectativas electorales pero al costo de sembrar la semilla nacionalista y posterior independentista. Aznar se equivocó al no apoyar a Gonzalez con una abstención y así obligarle a echarse en brazos de Pujol; pagando el costoso peaje. Error que repite Gonzalez y es a Aznar al que le toca hablar en catalán en la intimidad, cuando en 1996 obtiene una victoria escasa. Zapatero, en 2003 y aún como aspirante al gobierno central, busca un tripartito en Cataluña que expulse a CiU y llega a ofrecer a Maragall un nuevo estatuto, que nadie había pedido y que es el origen del siguiente paso hacia el separatismo; dejando la autonomía como una etapa superada. Su sucesor, el President Montilla, acomplejado por sus orígenes cordobeses, sigue la senda nacionalista hasta el punto de multar por rotular en español. Cuando Rajoy llega al poder, intentó un camino amable con Soraya Saez de Santamaría pero le engañaron y terminó aplicando el famoso 155. Aplicación timorata pues dejaba en manos secesionistas la educación y TV3; entre otros nidos en que se cultivaba y cultiva el odio a España y lo español. Sánchez alcanza la presidencia con el apoyo Frankenstein y eso tiene su coste como vemos en las continuas cesiones, mesa a dos, indultos y consentimiento de espectáculos como el que encabeza este artículo.
Pero volvamos al origen, cuando la inmigración hacia Cataluña era enorme y hacía temer a Pujol que pudiera desnaturalizar "su" Cataluña. En el período 1950 a 1975 en España se crecía por encima del 5% del PIB, superando el 10% en los primeros años de la década de los 60 y de los 70. Del campo salieron más de 2 millones de trabajadores hacia los polígonos de Cataluña, Madrid, País Vasco y la emigración a Suiza y Alemania con un poco a Francia. El propio Artur Más, hablaba de trenes de andaluces enviados por Franco para diluir su catalanidad; recordado la ignorancia o tergiversación de que hacen gala los independentistas, sin molestarse en mirar la demografía y la relación que con el desarrollo de Cataluña han tenido los trabajadores, que no ganado, andaluces y de otras comunidades. Sin ellos no habría crecido Cataluña y si hubiesen sido suplidos por marroquíes y centro-africanos, hoy el problema con 2.500.000 de ellos sería brutal. Estos españoles, a los que en los procesos electorales piden el voto, fueron menospreciados socialmente y llamados Xarnegos.
El racismo, identitario en ciertas zonas de Cataluña, se plasmó sobre todo en los años de posguerra, en un recibimiento injuriosos y despreciativo/despectivo que transformó su integración en "una aventura penosa". A ellos se les imputará, particularmente en las primeras oleadas, toda suerte de tachas, desde la ignorancia a la delincuencia; situación que ahora vivimos con la llegada descontrolada de marroquíes y demás inmigrantes africanos. En una carta pastoral de 1950 de Gregorio Modrego, arzobispo de Barcelona, decía lo siguiente: "Lo que más nos duele (…) es que el número excesivo de esos inmigrados da lugar, en gran parte, a la inmoralidad en nuestras urbes". Proliferaron las pintadas como "Xarnegos fora!" y el "Aquí termina Cataluña", que se podía ver a la entrada de algunos barrios. Un caso extremo es el uso del calificativo "trogloditas" para referirse a las personas que vivían en las cuevas próximas a Barcelona, como publicó el periódico Solidaridad Nacional el 7 de septiembre de 1949. "Nos referimos a auténticos trogloditas, o sea gentes que provienen de los poblados subterráneos que abundan en las provincias de Jaén, Murcia y Granada".
Cuando las riadas de Barcelona, 25 de septiembre de 1962, las mayores que se recordaban, las cifras oficiales hablaban de 617 muertos en apenas unas horas, aunque estudios recientes aseguran que hubo cerca de mil. Aparecieron cadáveres a kilómetros de distancia de sus casas. Barrios enteros desaparecieron. Coches, camiones y autobuses fueron arrastrados por las riadas. Fue, en resumen, la peor catástrofe natural de la historia reciente de España. Rubí contabilizó cerca de 300 muertos y Tarrasa los sobrepasó. La mayoría inmigrantes andaluces que habían llegado a Cataluña para buscarse la vida en la industria de la zona y que habían construido sus viviendas con materiales precarios en viejos cauces. Unos efectos que sufrieron los padres de Mari Pau Dominguez.(https://www.abc.es/opinion/abci-apatridas-cataluna 201606081726_noticia.html.
Cataluña que, como la mayoría de regiones económicamente avanzadas, tiene una tasa de natalidad baja, por lo que necesitó a esos inmigrantes que proporcionaran esa mano de obra barata que supliese su falta de población. A Cataluña llegaron de forma masiva unos 850.000 andaluces, que en los años 70/80 representaban una población de más de un millón; contando con los ya nacidos. La 2ª mayor feria de abril se celebra allí. Ese trasvase poblacional, de andaluces a Cataluña, se cortó cuando Gonzalez llegó al poder y fijó la población andaluza a su territorio con viviendas sociales y EREs. La llegada de andaluces bajó de más de 65.000 anuales a escasos 5.000 y disminuyendo.
Coincidiendo con el final de la explosión emigradora, Pujol puso en marcha el Programa 2.000 que buscaba no solo integrar sino catalanizar a los más de dos millones de castellano parlantes que habían emigrado a Cataluña en los anteriores 40 años, como demuestra que entre los 5 apellidos más habituales no haya ninguno catalán. La verdad es que les ha salido mejor de lo que entonces podían esperar e incluso soñar. Pura ingeniería social cuyos resultados, veinticinco años después, han superado con creces todos los objetivos marcados. Hoy el idioma español ha sido completamente erradicado de la educación. En esos años, el programa expulsó del sistema educativo catalán a 15.000 enseñantes. El profesorado ha jugado un papel clave en el proceso de adoctrinamiento social. Actualmente los no independentistas suman más porque van a votar.
Los herederos de esa inmigración, avergonzados por sus orígenes, catalanizan sus nombres y apellidos; olvidan los agravios sufridos por sus mayores, aceptan la imposibilidad de rotular en su idioma materno, olvidan que sus apellidos son los mas numerosos en el censo pero son minoritarios en los altos cargos y diputados de la Generalitat.... Si el proceso secesionista avanza, los castellano parlantes volverán a ser ciudadanos de segunda y estarán aún mas solos que lo que están ahora. Otro gran error ha sido desasistirles por los diferentes gobiernos centrales que han consentido los incumplimientos, de la legalidad, reiterados de los nacionalistas.
Un ejemplo lo tenemos en Gabriel Rufián, semejante a la de otros jóvenes independentistas. Hay una línea clave, cuando él mismo afirma que descubrió la lengua y la cultura catalanas «cuando mis padres me matricularon en un instituto de Badalona». Es decir, cuando se vio inmerso en un sistema educativo que, desde hace mucho, tiene por objeto cercenar cualquier vínculo, cualquier memoria, cualquier relación afectiva o cultural con el resto de España. Un sistema perverso, posible gracias al disparatado desconcierto que la educación pública es en España, con diecisiete maneras de ser educado y/o adoctrinado, según donde uno caiga. Este sistema deja al ciudadano atado de pies y manos, acosado por el entorno radical, imposibilitado de defenderse, pues ni siquiera las sentencias judiciales sirven para una puñetera mierda. Así que la reacción natural es lógica: mimetizarse con el paisaje, evitar que a sus hijos los señalen con el dedo. Tú más catalán, más vasco, más gallego, más valenciano, más andaluz que nadie, hijo mío. No te compliques la vida y hazte de ellos".
El Odio se les quita en cuanto se les de un susto serio, sin "marianizar".
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
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