Parece que se ha estabilizado el enfrentamiento dentro del PP, con Ayuso en plan superviviente, Casado como presidente interino hasta el Congreso de abril, Egea dimitido y Nuñez Feijoo como emergente futuro presidente del partido. Desde el Congreso del PP en Andalucía, los opinadores y los propios dirigentes no paraban de hablar de que se estaban pegando un tiro en el pie y que las encuestan así lo valoraban; observándose un frenazo, cuando no caída en la intención de voto y una recuperación del PSOE, incluido el CIS de Tezanos. Así se llegó a la victoria del PP, menor de lo esperado, en las autonómicas de CyL, con la llegada de Vox con 12 diputados vitales para garantizar el gobierno de Mañuecos; sobre todo tras la renuncia inicial del socialista Tudanca a abstenerse; cerrada tras el choque Mañuecos-Tudanca, por hablar este de corrupción en el PP, aprovechando las denuncias internas de Casado contra Ayuso por un supuesto cobro de comisiones del hermano de la presidenta. Poca memoria socialista.
Parece evidente que nunca benefician las luchas cainitas pero el PSOE no es quien para dar ejemplo y menos Pedro Sánchez que intentó ganar su moción interna, con una urna tras la cortina. De resulta de esta vergonzosa actuación, fue obligado a dimitir como Secretario General del PSOE y en lugar de aceptarlo mansamente, se revolvió contra el aparato oficial y recorrió las sedes socialistas en busca de su apoyo para volver a presentarse a las primarias. ¿Alguien dudaba que este personaje, capaz de engañar a su Comité Federal, pactara con el diablo para seguir en el machito? Según la ley no escrita de la política los liderazgos se asientan desde el poder y así Sánchez es ahora indiscutible y sobre Casado sobrevuelan los cuchillos.
Podríamos empezar con la jugada de Felipe Gonzalez para desplazar al entonces secretario, Rodolfo Llopis, en el Congreso de Suressnes en 1974, para lo cual inventó miles de afiliados, con el dinero aportado por los sindicatos alemanes, para superar a los que presentó la federación vasca, 3.500, que pretendía que fuera Nicolás Redondo. Pero no nos vayamos tan lejos y recordemos algo más cercano como cuando Borrell ganó, en 1998, las primarias al candidato del oficialismo, Almunia y cómo para desfacer el "entuerto" le hicieron una campaña de desprestigio al ganador, hasta que dimitió, cinco semanas después. Posteriormente Almunia se dió un galletazo en las elecciones de febrero de 2000 frente a Aznar; quien obtuvo mayoría absoluta que llevó a Almunia a dimitir de Secretario General del PSOE.
Seis meses después, un desconocido Jose Luis Rodriguez Zapatero le ganó la secretaría, que Almunia había dejado vacante, al favorito de las encuestas, Pepe Bono. Sorprendentemente los felipistas y guerristas cambiaron su apoyo a última hora y ni Rosa Diez ni Matilde Fernández recibieron los apoyos ¿pactados? y Bono perdió por 9 votos, 405 votos frente a 414. Los partidarios de José Bono comentaban luego, a la vista del resultado de la votación, que Zapatero había logrado su objetivo. "Ha habido deslizamientos evidentes de apoyos a Zapatero provenientes del grupo guerrista", decía un delegado madrileño con los datos en la mano. Matilde Fernández obtuvo 109 votos, cuando las previsiones más conservadoras le atribuían 160. Se comentó, entonces yo trabajaba con la Junta de C-L-M, que los dirigentes habían preferido un "manejable" Zapatero para perder mientras llegaba el "Elegido" Javier Solana que en esa época era Mister PESC tras haber sido el Secretario General de la OTAN. Luego unos desgraciados atentados, cambiaron, para mal, la historia de España. Se derogó el PHN con el trasvase del Ebro al Jucar/Segura, que ahora pagamos con una sequía en Levante y la cuenca del Tajo; ordeñada en su escasez por el Trasvase. Se ofendió a EEUU; nació la ley de Memoria Histórica que nos está tensionando y dividiendo; no supo sacarnos de la crisis de Goldman Sachs; rebajó los sueldos a los funcionarios; congeló las pensiones,...
Después de las pertinentes llamadas internacionales, Zapatero, en un alarde de responsabilidad, adelantó las elecciones. Para entonces, la credibilidad de Zapatero era prácticamente nula y, por tanto, suponía un lastre para nuestra recuperación; como ahora Pedro Sánchez. Debería haber dimitido el 10 de mayo, cuando Merkel le obligó a efectuar una política económica de ajustes y de reformas estructurales (que no ejecutó de forma adecuada) completamente contraria a su manera de entender la Economía, su ideología y sus promesas electorales. No lo hizo en su momento y lastró, en gran medida, la recuperación de la economía española. Con Sánchez volvemos a repetirlo. Las elecciones de noviembre de 2011 vieron la mayor victoria del PP, encabezado por Rajoy y consecuentemente Zapatero dimitió de su cargo de Secretario General del PSOE; cargo que se disputaron Rubalcaba y Carmen Chacón en febrero de 2012 y que ésta, estuvo a punto de ganar al representante del sector oficial.
Tras las nuevas elecciones europeas, Rubalcaba dimitió al haber obtenido un mal resultado y se disputaron su puesto de Secretario General del PSOE, Pérez tapias, Pedro Sánchez y Eduardo Madina. Sánchez arrasó en la mayor federación, Andalucía, gracias al apoyo de Susana Díaz que, según dicen, pactó ese apoyo a cambio de que luego fuese ella la candidata a la presidencia del gobierno. En las elecciones de 2015, Sánchez sacó el peor resultado del PSOE, en democracia, 90 escaños, 20 menos que en las anteriores. En 2016, volvió a empeorar el resultado con 85 escaños, sin dimitir, y como veía que por las urnas no alcanzaría el poder, intentó un gobierno Frankenstein que le llevó a ser cesado de su cargo de Secretario General, en la famosa noche del 1º de octubre del 2016. Eso sí fue una crisis y nos demuestra como se puede ser presidente de gobierno, siendo un...
Sangre, sudor, lágrimas, insultos y algaradas. El 1º de octubre de 2016, el PSOE vivió su día más caótico, agónico y esperpéntico en más de 40 años. El Comité Federal terminó tumbando al primer secretario general del PSOE elegido por el voto directo de todos sus militantes. Tras 26 meses de huidas hacia adelante, desafíos, guerras fratricidas, dos campañas electorales como candidato y algunos momentos brillantes, Pedro Sánchez cerró su etapa como líder del todavía segundo partido de España en una jornada negra en la que los socialistas sintieron que «el PSOE está roto» y «ya no tiene arreglo», como verbalizó José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda Socialista. Eva Tamarín, persona de confianza de Tomás Gómez y, por tanto, de la presidenta andaluza estalló por Twitter: «La mayoría está secuestrada. Jamás pensé que un ex secretario general pudiera poner en riesgo un partido por sus intereses personales».
Si queremos darle un repaso a la historia, recordar cómo el PCE surge como escisión del PSOE de Pablo Iglesias Posse. Son proverbiales los enfrentamientos, antes, durante y después de la República, entre los socialistas Prieto, Largo Caballero, Negrín y Besteiro. Por cierto, en el ala comunista-podemita, hemos vivido los enfrentamientos con escisión entre Pablo Iglesias Turrión y Errejón; amén de la escabechina entre los fundadores como Bescansa y la ex-IU, Tania Sánchez (castigada tras la columna)…
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