Me hacía esta pregunta el pasado 28 de marzo con un artículo que ahora rescato y actualizo. Ayer, 30 de mayo, se consumó la desvergüenza y la humillación a todos los españoles que fueron engañados antes del 23J cuando Sánchez y el gobierno juraban que la Ley de la Amnistía era inconstitucional. Ahora los diputados socialistas aplauden hasta con las orejas la aprobación de la referida ley, en el Congreso por 177 a 172 votos; vamos un 1,5% de los escaños; tras su rechazo en el Senado. Previo a la votación se produjo el debate definitivo en el que ni siquiera Pedro Sánchez tuvo la gallardía o la decencia, de acudir. Una ley que deconstruye y deroga en la práctica la vigente Constitución retorciendo su letra y traicionando su espíritu, terrible precio de un acuerdo de supervivencia suscrito con los separatistas a cambio de la impunidad de sus delitos. Así podrá hacer alarde de otro cambio de opinión que no mentira y justificar su ausencia en que la ley no le gusta y sigue opinando lo mismo que antes del 23 J, pero que para frenar a la derecha y ultra derecha, se ha visto obligado a hacer de la necesidad virtud. Pobrecito él, sacrificándose a ir en Falcon y a veranear en las Marismillas por nuestro bien.
Naturalmente los diputados de Puigdemont, Aragonès, PNV, Bildu y BNG aplaudieron a rabiar y se abrazaron efusivamente con olvido de viejas rencillas; veremos si no se llevan por delante al incauto Illa. Todos ellos saben que éste es el momento dorado para las aspiraciones independentistas y el cambio, por la puerta de atrás, de la Constitución del 78, con explicación exultante del ejemplar Rufian. Tienen todas las de ganar. La clave es mantener a Sánchez en Madrid para poder seguir ordeñándole; vamos la estupidez hecha amnistía. Los recientes discursos de Carles Puigdemont, en la localidad francesa de Elna, son una de las mayores humillaciones que hemos sufrido los españoles, como nación. Porque él no hizo más que constatar verdades incuestionables. Entre las más destacadas la humillación a la que él mismo ha sometido al Gobierno español. Como bien sostuvo, no hay precedente de una democracia occidental gobernada por un tipo que tiene que negociar el respaldo para su elección fuera del territorio nacional. Pero esta vez ha ocurrido. Y Puigdemont lo ha proclamado al mundo entero para denigrar a todos los españoles, empezando por el propio Sánchez. Los portavoces de Junts y ERC hablan eúforicos de victoria sobre el Estado español y dicen que la Ley de Amnistía no es el punto final de nada sino el principio del referendum hasta conseguir la independencia.
Como es lógico en la situación a la que nos ha llevado el presidente del Gobierno, el todavía prófugo reiteró que volverá a hacer exactamente lo mismo que perpetró en 2017; aprovechando lo aprendido entonces para no volver a fracasar en el proceso; nuevamente la estupidez hecha amnistía. No olvidemos que los 7 diputados de Junts, que condicionan la gobernabilidad de toda España, representan el 1,12% de los votos emitidos y el 2% del total de escaños del Congreso. Del Senado ni hablamos pues allí los Frankenstein no superan ni el 45% del total de senadores. Los números, autonómicos, que no engañan, nos dicen que los territorios Frankenstein, representan a unos 14 millones de ciudadanos, mientras que los que optaron por PP y Vox, cobijan a más del doble, unos 34,5 millones. Es decir que la desigualdad es evidente y las leyes exclusivistas para los Frankenstein, separan a españoles de 1ª y de 2ª; no digamos si mientras se independizan se les concede el cupo o algo similar. Para terminar con la innecesaria amnistía, recordar que antes de 23 J, fecha del cambio de opinión de Sánchez, Junts y ERC ocupaban la 3ª y 4ª plaza en las generales y los asistentes a la última Diada no superaban los 70.000; una décima parte de los de la 1ª en 2012. Los asistentes a la celebración del último 1º O, no llegaban a 4.000.
El Procés estaba moribundo y Puigdemont paseaba su soledad por Waterloo. Pues bien, hecha la amnistía , el prófugo puede volver a ser President de la Generalitat y seguirá ordeñando a Sánchez. Naturalmente ERC, PNV y Bildu, aunque sea en silencio, le mantendran en Moncloa para beneficiarse en similar proporción. Sánchez es consciente y consiente, como ha reconocido al retirar los Presupuestos, sin los cuales estará en Moncloa pero no gobernará.
Para mayor abundamiento en la estupidez que Sánchez pretende colarnos con la amabilidad y sosiego de la amnistía, la expresa el presidente del CGPJ; que se suma a la inconstitucionalidad de la amnistía: "No puede ser moneda de cambio para una mayoría parlamentaria" Vicente Guilarte explica que la esencia de la medida de gracia impide que sea una contraprestación y añade que en su origen está un ataque a la separación de poderes.
¿Y ahora qué?. La amnistía está mal pero lo peor está por llegar y el de "hacer de la necesidad virtud", entregará rodalies; condonación de deuda; beneficios fiscales, económicos, judiciales y alguna consulta sobre la autodeterminación que dejará el futuro sembrado de minas para quien le suceda en el Gobierno. Consulta tramposa pues no vale preguntar secesión si o secesión, no; sin incluir que conlleva la respuesta: reparto del agua del Ebro; pensiones de jubilación; N-II (los demás, nos transformaremos en isla en vez de península?); conexiones eléctricas, de gas, ferroviarias, etc. con Francia. ¿Qué buscan?, una república catalana como la propuesta por Companys, dentro de la República española; ¿como un estado asociado que ya se presentó a un moribundo Alfonso XII y se recogió en el Estatuto de Nuria de junio del 31?. Vamos que España llevaría las cuestiones de defensa y poco más, pero serviría para que Cataluña no saliese del paragüas de la UE. Mantener todas las ventajas y un cupo que les garantice las pensiones.
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Desde 1904, España y Madrid abusan de la pobre Cataluña. |
Habían cogido la perra con las balanzas fiscales; imposible de ajustar correctamente y tras doblar, una vez más, el pulso al Gobierno de Sánchez, hemos conocido el resultado de esas balanzas. Que Madrid supera con mucho la aportación que hace Cataluña a la caja pública española; con ello se comprueban sus mentiras históricas con aquello del «España nos roba». El cupo que rechazó Pujol ahora es el objetivo independentista; la independencia es la cortina de humo.
Resumiendo, cuanta humillación soportada de los labios de Aragonés y Puigdemont; tanta incoherencia exhibida ante los votantes socialistas; tanto 'cambio de opinión' ignominioso; tanta traición a la palabra dada, tanto desgaste electoral sufrido en el escenario gallego; tanta infamia acumulada con el propósito de satisfacer cada una de sus exigencias, para que ahora, una vez conseguida la vergonzosa amnistía, redactada al dictado de Puigdemont, lo dejen tirado cual colilla y sin presupuestos. El daño es inmenso. Incluida la total desautorización de una generación de demócratas españoles de la Resistencia en Cataluña dejados a los pies de los caballos del secesionismo.
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Grupo de gazaties, en Torrejón, evacuado a España, |
Para completar el desaguisado de Pedro Sánchez en su intento de tapar a su mujer, ha peleado con la Argentina de Milei y ha reconocido al Estado de Palestina; acusando a Israel de genocidio en Gaza. Un error de consecuencias incalculables. Acusación que ha salido de boca, tanto de ministros de Sumar como del PSOE. Un poco tarde, el ministro de exteriores ha pedido a los ministros, por vía interna, que se deje de utilizar ese término de «genocidio»: pues abre la puerta a que palestinos residentes en Gaza, y son alrededor de dos millones en toda la Franja, pueda presentarse en una embajada o consulado española a solicitar asilo. Y una sentencia del Tribunal Supremo obliga a Exteriores, en esos casos, a poner al solicitante de protección en un avión rumbo a España. Según la a sentencia 1327/2020 del Tribunal Supremo, en caso de que se acredite que «corre peligro su integridad física», el Gobierno está obligado a ponerle un avión rumbo a España para terminar aquí el resto del proceso. Es decir, primero poner a salvo, después evaluar si hay razones para el asilo.
Magnífico y duro artículo sobre los socios separatistas de Sánchez;