Estamos en una semana crucial para la formación de un gobierno, tras 300 días de interinidad, cuando arrecian los artículos en los medios de comunicación con comentarios sobre la cerrazón de Pedro Sanchez a facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente de un gobierno del PP. Pedro Sanchez, del que algunos dicen que es nieto del comandante Antonio Castejón (coinciden apellido pero no nombre de madre-hija) que entró con su columna de legionarios y regulares en Badajoz el 14 de agosto de hace 80 años; ha debido heredar de su ¿supuesto abuelo? la determinación y la obsesión por la victoria a cualquier precio. Precio, de sangre, que entonces pagaron algunos y precio de inestabilidad político-económica y sus consecuencias que ahora pagamos todos los españoles. Aquél 14 de agosto se iniciaba una semana que aún nos llena de vergüenza y dolor. Se habían consumido los primeros días de una cruenta y cruel guerra civil, que aún duraría casi tres años más y dejaría miles de muertos que aún puede que se revuelvan en sus tumbas al sentir como su sacrificio parece que resultó inútil. Volvemos a demostrar una patológica manía de odiarnos unos a otros. No conformes con los problemas cotidianos, hacemos correr ríos de resentimiento en las redes sociales entre los independentistas y los que preferimos una España unida y generosa y entre los regurgitadores (Expulsar por la boca, sin vomitarlo, un alimento no digerido y contenido en el esófago o el estómago) de la mal llamada ley de Memoria Histórica y los que apostamos, hace años, por la reconciliación. La semana, de hace 80 años, resume las venganzas y odios que llevaron al enfrentamiento fratricida sin cuartel; una vez superadas las opciones de un acuerdo entre las partes enfrentadas. El abrazo de Vergara no quisieron repetirlo quienes podían hacerlo y optaron por la aniquilación del enemigo. Ahora, 80 años después y salvadas las distancias, el amor propio y el odio ajeno se anteponen al bienestar de los españoles. El odio vuelve a triunfar sobre la razón.
El 14 de agosto de 1936, las cuatro columnas al mando del teniente coronel Juan Yagüe, entran en Badajoz tras un sangriento asalto por la Puerta de la Trinidad y comienza una represión con un elevado número de muertes que oscilan desde las cifras más actuales de 400 a más de 4000 que se manejaron en la época. La cifra de muertos fue creciendo según se acercaban los que huían hacia Madrid; ciudad donde el rumor era el pan de cada día. El asalto frontal de la IV bandera, contra hombres protegidos en las murallas de Badajoz, fue temerario y sangriento con un resultado del 80% de bajas en su 6ª compañía. Badajoz estaba defendida por unos 4.000 hombres, cifra similar a las columnas que participaron en el asalto. Las historias, rumores que llegaron a Madrid por boca de los huidos, de que los prisioneros fueron encerrados en la plaza de toros y allí tiroteados, se han demostrado falsas. En mi pueblo, Villa de D. Fadrique (la pequeña Rusia) fueron asesinados 62 personas, es decir un 1,4% de la población y la represión después de terminar la guerra alcanzó a otras 59. Teniendo en cuenta que de Badajoz se podía huir en dirección a Madrid o cruzar la frontera con Portugal, implica que había posibilidades de escapar y si bien Oliveira Salazar (Presidente de Portugal), devolvió algunos huidos, fueron pocos y de notable importancia.
El 15 de agosto se asegura la ciudad y el contacto con la otra zona, en la que mandaba el general Emilio Mola. La represión se deja en manos de falangistas y fuerzas de orden público pues lo prioritario era llegar a Madrid. Hago un alto para expresar que un muerto, asesinado, es mucho y por tanto hablar de pocos es por comparación. Puestos en esas cifras y aplicadas a la población de Badajoz, unos 40.000 habitantes, parece más acertada la cifra de 400 a 600 represaliados. No se incluyen los muertos en combate, que corrían ese riesgo, por lo que un 1,4% podría ser razonable; máxime cuando es un porcentaje del doble que los muertos civiles en la guerra (160.000/26.700.000); por lo que se podría seguir limitando las muertes reales a no más de 600; en cualquier caso una pena y un horror. Los legionarios y regulares abandonaron rápidamente Badajoz para dirigirse hacia Madrid, ocupando Trujillo, Guadalupe y alcanzando Navalmoral de la Mata una semana después. Por tanto poco pudieron entretenerse en Badajoz.
En la primera quincena de agosto, valientes milicianos fusilan al Cristo
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El 16 de agosto era fusilado en Sevilla el General Miguel Campins, ayudante que había sido de Francisco Franco cuando este fue nombrado Director de la Academia de Infantería de Zaragoza. Antes habían coincidido en varias acciones africanas y en especial en el desembarco de Alhucemas. Campins era republicano convencido y por eso el Gobierno le destinó a Granada el 10 de julio, ya los rumores avanzaban la inminencia de un golpe militar. Aquí le sorprendió el Alzamiento del 18 de julio y como no quiso sumarse fue juzgado y condenado a muerte. Franco intercedió ante Queipo de Llano que lo ignoró y contando con ¿el VºBº de Cabanellas?, con quien se carteó para cubrirse, ejecutó la sentencia el referido 16. Cuentan que a la última carta de indulto recibida por Queipo el sábado 15, contestó que la abriría el lunes 17.
El 17 de agosto, el general López Ochoa, es sacado por los milicianos del Hospital Militar de Carabanchel, donde le habían llevado desde la cárcel, por orden de su amigo el general Sebastián Pozas, efímero ministro de la Guerra en el Gobierno de concertación de Martínez Barrio, imaginando que allí estaría a salvo de la acción de la turba. Se equivocó porque la República no controlaba la calle, en la que imperaba la revolución. Estaba encarcelado desde el 3 de abril para ser juzgado por su actuación en la represión de la revolución de Asturias de octubre del 34. Entonces, López Ochoa puso freno a los excesos de los regulares y firmó un buen acuerdo con los revolucionarios representados por Belarmino Tomas. Franco se sintió contrariado por el benevolente trato firmado. Sin embargo los milicianos le fusilaron, le decapitaron y recorrieron las calles con su cabeza clavada en una estaca. Algunos "rumores" hablaban de que su cabeza sirvió de balón para un partidillo de fútbol.
Libro escrito por Ángel Viñas |
En la madrugada del 18 al 19, fue asesinado en las inmediaciones de Granada el poeta, dramaturgo y dibujante (tuve la suerte de ver una exposición suya en Caixaforum de Madrid): Federico García Lorca. Genuino representante de la generación del 27 y por tanto de la llamada Edad de Plata de las letras españolas, era merecedor de todos los halagos y sin embargo fue miserablemente asesinado y su cuerpo enterrado en una fosa aún desconocida. Le acompañan un maestro y un par de banderilleros. Su muerte ha sido objeto de diversas leyendas entre las cuales las más conocidas son que le mataron por homosexual y otra, que por rencores familiares que venían de lejos. Una vergüenza más. No le sirvió estar refugiado en casa de su amigo Luis Rosales, con hermanos falangistas influyentes. Esta muerte se recuerda y se utiliza, desgraciadamente, como arma arrojadiza contra "las derechas", como si los demás no tuvieran nada que olvidar.
En la madrugada, del 21 al 22 de agosto la turbamulta, con la escusa de los rumores de la toma de Badajoz, asaltó la cárcel Modelo, asesinando a decenas de políticos, ante la pasividad de los funcionarios de prisiones y las fuerzas de orden público desplazadas al lugar. Entre los asesinados se encontraban, Ruiz de Alda (mecánico y amigo del republicano Ramón Franco en el vuelo del Plus Ultra) y a Melquiades Álvarez, fundador en 1912 del partido Reformista en el que militó Manuel Azaña y Presidente del Congreso de los Diputados en 1923. Azaña, a pesar de ser el Presidente de la República, no pudo evitar la muerte de quien siempre respetó, al que consideraba su padre político y cuya muerte le afectó tremendamente. Ahí empezó el desanimo de Azaña por una República que no era como la había soñado. También es conocida la frase que dijo Indalecio Prieto cuando conoció la noticia:"Hoy hemos perdido la guerra ". Estos desmanes llevaron a que el propio Churchill se negase a darle la mano al embajador de la República en Londres (Pablo de Azcárate) y el Foreign Office rechazó la ayuda que solicitaba la República al considerar que ésta no tenía un Gobierno estable; estando el país regido por la chusma. Estas actuaciones también frenaron el apoyo inicial del gobierno de Francia, un Frente Popular presidido por León Blum. Pero estos muertos no son dignos de respeto ni recuerdo salvo para pocos. Se trataba de algo equivalente, en palabras de Pedro J. Ramirez, en términos de legitimidad moral, a lo que acababa de ocurrirle al otro bando cuando cinco noches antes, “bajo una luna de pergamino” apareció en el camino de Viznar a Alfacar el cadáver del poeta que veía “muslos” en los “peces despistados” y soñaba con “dormir el sueño de las manzanas”.
Melquiades Álvarez |
Desgraciadamente la guerra siguió y con ella la miseria y el dolor alcanzaron a cientos de miles de españoles e incluso ahora seguimos viendo representado el odio en el ensañamiento con que Pedro Sanchez y su entorno pretoriano, herederos directos del nefasto Zapatero, hablan de las derechas representadas por el PP. La obcecación es absoluta pues no hay otra opción de formar gobierno y evitarnos terceras elecciones y un año de gobierno en funciones; mientras los separatistas avanzan en su hoja de ruta soberanista.
Afortunadamente en aquel mundo de odio y venganza también hubo gentes dignas como el Schindler español: el anarquista Melchor Rodríguez , conocido como el Ángel Rojo. Sevillano de la más mísera extracción social, probó el toreo sin éxito, fue calderero y líder anarquista de la CNT. Delegado de Prisiones de Madrid, paró personalmente una columna de camiones con prisioneros que iban a ser fusilados en Paracuellos. Lo hizo armado con una pistola sin peine de balas porque no quería matar a nadie en un descuido. «Hay que dar la vida por las ideas, pero jamás matar a nadie por ellas».; (frase que bien podría recordársela Pablo Iglesias a Otegui y demás etarras). Mientras fue Director de Prisiones no se permitía sacar a nadie sin juicio y sin su firma. Muchas vidas salvadas. También impidió el asalto a la cárcel de Alcalá y más de 1500 personas le deben la vida: Muñoz Grandes, Valentín Gallarza, Serrano Suñer, Rafael Mazas, al doctor Gómez Ulla, Raimundo Fernández Cuesta, Ricardo Zamora, o los hermanos Rafael, Cayetano, Ramón y Daniel Luca de Tena, entre otros. A su muerte en 1972 se cantó A las barricadas, a las barricadas... y su entierro reunió en hermandad a anarquistas y franquistas agradecidos. Ahí se veía el germen de nuestra reconciliación, previa a la Transición, rematada por Edward Malefakis en 1989 "50 años después del peor conflicto fratricida de su historia, España se encuentra más fundamentalmente unida, más verdaderamente próspera, más auténticamente estable que nunca. El paso del tiempo ha curado las heridas del pasado de manera más completa de lo que nadie podía esperar. Que permanezcan cerradas para siempre". Lástima que posteriormente la Malhadada Ley de Memoria Histórica rompiera, en mil pedazos estos deseos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/08/22/actualidad/1471887803_632239.html
un buen y detallado trabajo
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