miércoles, 13 de febrero de 2019

MIS ANARQUISTAS DURANTE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.

Enlazamos con el artículo anterior, aniversario de la llegada e implantación del anarquismo en España y que terminaba con el advenimiento de la IIª República. Habíamos comentado la situación calamitosa del campesinado español en Castilla la Mancha y Extremadura, donde el latifundio era dueño y señor del campo. Tomamos datos del capítulos sobre la cuestión agraria, pag 93 a 103, a.i., del libro El Laberinto Español de Gerald Brenan, escrito en 1943. Brenan llegó a España en 1920 y pasó largas temporadas. Naturalmente no podemos obviar que nuestros personajes nacen a finales del S.XIX y se desarrollan en el primer tercio del pasado siglo. Nos fijaremos en ellos y en como se entrelazan sus vidas y decisiones. Ordenados cronológicamente tenemos a Ángel Pestaña, Juan Perea, Melchor Rodriguez, Buenaventura Durruti y por último a uno de mis personajes favoritos, Cipriano Mera, que he admirado desde que cayó en mis manos el nº 13 de la revista Tiempo de Historia, en que venia un artículo: "La muerte de un combatiente libertario", acaecida el 24 de octubre de dicho año (1975); pocos días antes que la de Francisco Franco. 

Todos ellos han representado y vivido momentos estelares del anarquismo; empezando por Ángel Pestaña que en 1920 viaja a Moscú junto, seguido en 1921 por los socialista Danien Anguiano y Fernando de los Ríos Urruti para estudiar si la CNT y el PSOE se adherían a la Internacional Comunista. Resultaron desagradablemente sorprendidos por lo que vieron y así lo expresaron en sus respectivos Congresos, 2º y 3º Komintern. Los organizadores, molestos con sus palabras, los llevaron ante Lenín pero mantuvieron sus opiniones y ahí es cuando ante los reproches de De los Ríos por la falta de libertad, Lenín dijo aquello de "¿Libertad?, para que". A su regreso a España escribieron sendos libros y consiguieron que CNT y PSOE se mantuviesen fuera de la Internacional comunista.

Pestaña formó parte de la corriente anti violencia, donde chocó con Buenaventura Durruti, partidario de la vía violenta en la que compartió atentados y atracos junto a Ascaso (muerto en las Atarazanas mientras combatía el alzamiento) y Garcia Oliver (Ministro de Justicia con Largo Caballero). En 1932, Pestaña es expulsado de la CNT y crea un partido con tendencia socialista; al que se acerca Jose Antonio Primo de Rivera, tras fundar Falange en octubre del 33. Llegaron a mantener un par de reuniones, una de ellas en el Restaurante Glaciar, de las Ramblas, en la Ciudad Condal, el 28 de febrero de 1934. A pesar de caerse bien, no concretaron ninguna alianza política ni electoral. Primera curiosidad entre J. Antonio y la CNT. La segunda sería compartir el momento de la muerte, 20 N del 36 con Durruti. Los dos mayores héroes populares unidos en la muerte y quien sabe si compartían alguna mano negra en esos decesos. Pestaña compartía con Durruti, su origen leonés. Meses después, Largo Caballero impuso en la candidatura del Frente Popular a Pestaña, que salió elegido diputado por Cádiz en febrero del 36. Murió en el 37 como secuela de una herida recibida a su vuelta de Rusia.                                       
                     
                        
El siguiente sería el canario Juan Perea Capulino, próximo a la CNT, que es el único caso de un soldado del ejército español que llega al generalato. Como soldado estuvo 15 años en el RIF donde alcanzó el empleo de teniente por méritos de guerra, a los 27 años. Al iniciarse el levantamiento, es ascendido por la República y manda columnas en la defensa de Madrid, donde coincide con Cipriano Mera que en el verano del 37 le sustituye al mando de IV Cuerpo de Ejército. Siempre les unió una gran amistad y confianza mutua. Perea llegó a mandar el Ejercito del Este en su defensa fallida de Cataluña. Pasó a Francia en febrero del 39 y de ahí a Méjico, donde ascendió a general. Murió de un infarto en Argel en 1942, mientras mantenía su lucha antifranquista. Dejó escrito un libro de memorias de guerra, LOS CULPABLES, en clara referencia al Partido Comunista de España al que acusó de plegarse a la estrategia del Stalin más duro y de buscar la hegemonía marginando y/o aniquilando a quienes obstaculizaban o no podían atraer a sus filas. El viejo y mantenido odio entre anarquistas y comunistas, que explotó en la primavera del 37 en Cataluña y se llevó por delante al gobierno de largo Caballero y al POUM con su secretario Andrés Nin (aún desaparecido)                              
Juan Perea y Cipriano Mera.
Llegamos así a otro de mis héroes, Melchor Rodriguez, el Ángel Rojo. Esperemos que se resuelva una injusticia que aún sigue pendiente, un reconocimiento al Schindler español: el anarquista Melchor Rodríguez , conocido como el Ángel Rojo. Sevillano de la más mísera extracción social, probó el toreo sin éxito, fue calderero y líder anarquista de la CNT. En noviembre del 36, como Delegado de Prisiones de Madrid, paró personalmente una columna de camiones, con prisioneros que iban a fusilar a Paracuellos, armado de una pistola sin peine de balas porque no quería matar a nadie en un descuido. «Hay que dar la vida por las ideas, pero jamás matar a nadie por ellas». Carrillo lo destituyó y volvieron las matanzas pero Melchor acudió a su compañero y Ministro de Justicia, Juan García Oliver, Vuelto al cargo de Director de Prisiones, no permitía sacar a nadie sin juicio y sin su firma. Muchas vidas salvadas. También impidió el asalto a la cárcel de Alcalá y más de 1500 personas le deben la vida: Muñoz Grandes, Valentín Gallarza, Serrano Suñer, Rafael Mazas, al doctor Gómez Ulla, Raimundo Fernández Cuesta, Ricardo Zamora, o los hermanos Rafael, Cayetano, Ramón y Daniel Luca de Tena, entre otros. A su muerte en 1972 se cantó el himno anarquista, ¡A las barricadas!,  y su entierro reunió en hermandad a anarquistas y franquistas agradecidos. Ahí se veía el germen de nuestra reconciliación, previa a la Transición.


Llegamos así al héroe popular, el anarquista José Buenaventura Durruti. En 1922 forma junto con Juan García Oliver, Francisco Ascaso y Ricardo Sanz el grupo «Los Solidarios», con el que perpetra un atraco al Banco de España de Gijón en 1923. Se le imputa también el asesinato del cardenal de Zaragoza, Juan Soldevila y Romero. Tiene que huir a Argentina y luego a Chile, donde, junto a compañeros anarquistas, lleva a cabo el primer asalto bancario en la historia de ese país. En 1931 vuelve a España y se integra en el sector violento (la FAI) de la CNT —beligerante con la II República— y toma parte en las insurrecciones anarquistas de Figols de 1932 y enero de 1933. Durante el primer bienio de la II República, el gobierno actúa con prudencia lo cual hace impacientarse a los obreros que no ven llegar todos los beneficios prometidos por los republicanos y se producen desórdenes revolucionarios, como los ocurridos en Arnedo, donde unos despidos encendieron los ánimos y un joven oficial de la G. Civil, recuerda Castilblanco y se pone nervioso, dando orden de disparar con resultado de once civiles muertos y numerosos heridos. Anteriormente en Castilblanco, una algarada de campesinos terminó con una mujer muerta y varios G. civiles descuartizados. Para colmo los acontecimientos de Casas Viejas, con campesinos achicharrados en su cabaña; llevaron a la elecciones de diciembre del 33 que ganaron las derechas.
Campesinos muertos en Casas Viejas.
Durruti participa activa y decisivamente en el fracaso del alzamiento en Barcelona, perdiendo a su amigo Ascaso en el combate en las Atarazanas. Organiza columnas para dirigirse a Zaragoza pero es detenido a la vista de la ciudad, por los pueblos que pasa, va instaurando la colectivización y la visión libertaria de la economía y la vida. Consciente de que la guerra se juega en Madrid, se dirige a su defensa con parte de su columna (2.000 de 6.000 posibles) que amplía con otros anarquistas locales. El mando, consciente de su entrega y determinación, le encarga de la defensa del sector más peligroso por el ataque que se presume, en la Ciudad Universitaria. El mayor y último asalto directo sobre Madrid se produce entre el 16 y el 19 de noviembre. La columna retrocede y en un oscuro hecho, Durruti es herido el 19 y muere al siguiente día en el hospital. El mando de los restos de la columna pasa a su amigo Ricardo Sanz. Así el 20 de noviembre de 1936, mueren los dos mayores héroes de una y otra parte: Durruti y Jose Antonio. Ambos tuvieron los mayores entierros que se recuerdan, Durruti en Barcelona y Jose Antonio con su traslado desde Alicante al Valle de los Caídos, a hombros de sus fieles.
Multitudinario entierro de Buenaventura Durruti. Barcelona
Llegamos así a mi admirado Cipriano Mera, albañil de profesión que participa activamente ,desde el primer momento, en las luchas por hacerse con el control de Madrid, Alcalá de Henares y Guadalajara. Es nombrado jefe, contra su voluntad, de una columna con la que participa después en estabilizar el frente en la Carretera de la Coruña en diciembre del 36 y en febrero en la batalla del Jarama, predecesora de la de Guadalajara en marzo del mismo año 37, donde al frente de su XIV división derrotó a los camisas negras italianos. Un albañil con escasa preparación y que llega a mandar un Cuerpo de Ejercito de más de 30.000 hombres. Su participación resultó decisiva para acortar la guerra pues cuando en marzo del 39 Segismundo Casado da su golpe contra Juan Negrín y los comunistas, es gracias a Mera que puede hacerse con el control. En el último momento Cipriano huye a Argel de donde es extraditado en 1940. Condenado a muerte es conmutada la pena y trabaja en el Valle de los Caídos, donde va conmutando pena. Al final escapa a París, donde trabaja de albañil hasta que la muerte le alcanza en octubre de 1975. Muere humildemente junto a su compañera de toda la vida. Nunca recibió honores ni dineros, Un Libertario Ejemplar.

Primera parte: aniversario de la llegada e implantación del anarquismo en España






No hay comentarios:

Publicar un comentario