sábado, 22 de abril de 2017

CATALUÑA NO ES ESCOCIA NI ESPAÑA ES INGLATERRA.

El título es una evidencia y me ha recordado este artículo, que escribí hace 11 meses y ahora recupero actualizado, el comentario de la ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicola Sturgeon, sobre la detención el pasado domingo de Carles Puigdemont y la euroorden para extraditar a la ex-consejera Clara Ponsatí que se encuentra fugada en Escocia. Aunque muestra su apoyo a los fugados-independentistas y al derecho de autodeterminación de Cataluña, ha admitido que su gobierno no puede intervenir en solicitudes de extradición. Su nacionalismo le nubla el recuerdo de su pasado, siempre la maldita media memoria histórica, y vamos a refrescárselo. Mi artículo recogía y así mantengo, el escrito por Joan Tapia en El Confidencial de hace 11 meses sobre una disquisición de Carme Chacón, en la que expresaba una de las diferencias entre Escocia y Cataluña. "Mientras, a efectos prácticos, en la historia moderna de España no ha habido ningún presidente catalán, en Gran Bretaña desde 1850 nueve escoceses han sido primer ministro. Los últimos los recordamos todos: Tony Blair y Georges Brown, que tuvo mucha influencia en el referéndum sobre la independencia escocesa del 2014". Esta evidencia se complementa con una serie de curiosidades que me surgen cada vez que veo alguna de las varias películas sobre  la batalla de Culloden, acaecida el 16 de abril de 1746.

Curiosamente el 16 de abril del año pasado, Junqueras y Puigdemont insistían con el referéndum y el procés y naturalmente el ejemplo de Escocia cobraba actualidad  por lo que me surgieron deseos de contrastar y analizar estos hechos por si tenían similitudes interesantes con nuestra historia. Empezaré por remarcar que esta batalla tuvo lugar hace 272 años que es un bonito capicúa, cuyos números suman 11, igual que suman 11 los que conforman el ahora famoso 155. Otra casualidad es que los días transcurridos entre la destitución de Carles Puigdemont y su detención en Alemania también suman 155. A ver si va a resultar un número mágico.


Empezaré por la fecha del 16 de abril de 1746, curiosa fecha la del 16 de abril, que me sirvió en mi anterior artículo para recordar el centenario del día en que llegó Lenín a San Petersburgo y en el que simultáneamente comenzaba la batalla del Camino de las Damas, en 1917). No se si sorprendentemente, pero lo cierto es que esta batalla de Culloden nadie parece querer recordarla, aunque fue la última combatida por el ejército inglés en su territorio. En dicha batalla se enfrentaron escoceses jacobitas con ingleses, apoyados por algunos escoceses, hannoverianos. No fue una batalla de escoceses contra ingleses,  luchando por su independencia, sino una batalla para imponer un rey. Aquí empieza nuestra primera ¿similitud/diferencia?, con nuestra guerra de sucesión que terminó en 1714. Culloden también fue una batalla dinástica, que enfrentó a Carlos Eduardo Estuardo con Jorge II Brunswick-Luneburgo (último rey inglés nacido fuera de las islas). 


No podemos obviar el importante hecho de que Escocia sí había sido un reino independiente hasta el Acta de Unión de 1707. Tambien hemos de resaltar que la casa de Hannover coloca como rey de Inglaterra a Jorge I (padre de Jorge II), tras la muerte del rey inglés Guillermo III y posteriormente la de su cuñada, Ana; sin descendencia. Otra curiosa coincidencia con nuestra Felipe V, rey nacido fuera de España y heredero tras la muerte sin sucesores directos de Carlos II. 

Culloden significó el final de 30 años de intentos jacobitas,el  más importante en el Quince, sofocado por el escocés Duque de Argyll (que ya aparece en la película Rob Roy, en torno a 1713) y posteriormente en el 1745 que después de varias victorias, avances y retrocesos, terminaron con el desastre del 16 de abril del año siguiente



En Culloden perecieron lo más selecto de los clanes de las tierras altas. Fue una batalla planteada y dirigida de forma penosa e irresponsable por sus líderes (como las tropas austracistas en España). Llegaron al combate agotados, empapados y sin comer; tras un intento fallido de atacar al ejército realista en la noche anterior. Los realistas estaban dirigidos por Guillermo, duque de Cumberland, hijo del rey Jorge II. Guillermo tenía experiencia militar y había estado entrenando eficazmente a sus hombres en el manejo de la bayoneta de cubo para enfrentarse a los escudos y sables de los escoceses; además de dotarles de buena artillería en manos de artilleros experimentados. Gracias a ese entrenamiento fue capaz de llevar a sus, anteriormente desmoralizados, hombres a la victoria; tras un año de reveses continuados.

La descripción de la batalla es fácil de encontrar en Internet, si bien mi soporte ha sido el tomo 49, escrito por Peter Harrington, de la serie Ejércitos y batallas de la editorial OSPREY. Se enfrentaron unos 6000 escoceses contra unos 8000 realistas y al final de la batalla se contaron 300 bajas entre los hombres de Cumberland y más de 2.000 en el lado de los clanes, además 500 prisioneros.

Cumberland había dado orden de no tomar prisioneros y así se realizó durante la batalla y en los días posteriores en que se persiguió a los supervivientes; reflejado en varias películas entre las cuales están El Señor de Ballantry o la ya indicada de David y Catriona (traducción del original Kidnapped)

Mientras el príncipe Estuardo, retornaba a su casa de Roma vía Francia acompañado por un puñado de leales, la represión inglesa hannoveriana machacaba a las orgullosas y bravas gentes de las Highlands. A los jefes de los clanes que habían secundado la causa jacobita se les quemaron los castillos y casas señoriales, y confiscaron sus posesiones.La mayoría del ganado, el recurso clave en la economía de los montaraces escoceses, fue tomado como botín de guerra por los ingleses, y vendido a precios irrisorios a los tratantes de Yorkshire, con el objetivo de despoblar las Highlands de sus moradores. Incluso en el Parlamento londinense se debatió la posibilidad de esterilizar a las mujeres de las Highlands. Se prohibió, bajo pena de muerte, la posesión privada de armas de cualquier tipo, vestir el kilt (salvo que se sirviera en los regimientos escoceses destinados a las colonias del detestado ejército británico de los Hannover) e incluso tocar la gaita y hablar gaélico y escocés. 

Arruinados y sin futuro, más de 40.000 escoceses no tuvieron otra salida que emigrar a América, especialmente hacia Carolina del Norte; como una burla del destino, muchos se alistaron como tropas de élite en el ejército de Jorge II para luchar contra los franceses y sus aliados indios durante la Guerra de los Siete Años. Con sus antaño aguerridos clanes deshechos, desarmados y empobrecidos, Escocia nunca más volvería a levantarse en armas contra Inglaterra. Sus jefes y familias dirigentes habían sido exterminados.

Por contra en Cataluña, después de 1714 en que cae Barcelona ante el ejército de Felipe V, en el cual también combatían catalanes se dio cuartel a los sublevados hasta el punto de que el jefe de la defensa, Conseller en Cap, Rafael Casanova, no solo no muere heroicamente sino que es herido y  huye disfrazado; muriendo en su casa bastantes años, 29, después y tras recibir el perdón real. España no es Inglaterra y no persiguió sanguinariamente a los sublevados contra aquél a quien habían jurado fidelidad. Escocia quedó dominada por Inglaterra, mientras que Cataluña creció como nunca a partir de mediados del siglo XVIII; siendo la cabeza y locomotora de la economía nacional. Los escoceses formaron y forman parte escogida del ejército británico y solo en la Iª G.M. murieron más de 100.000 defendiendo la Unión Jack; en Cataluña se pide que el ejército sea invisible y hasta la alcaldesa se lo escupe en la cara.
Ada Colau expresa su desagrado por la presencia del ejército en la feria
Volviendo al principio, retomamos la frase de Chacón para puntualizar que a efectos prácticos no ha habido jefes de gobierno catalanes, pues Juan Prim, Estanislao Figueras o Pi i Margall, lo fueron por tiempo muy limitado y en una situación de absoluta inestabilidad. Entonces, ¿que falla en la política española para tan escasa participación de catalanes en los gobiernos de Madrid?. Antes de la Guerra Civil solo los políticos de la Lliga -Francesc Cambó y Joan Ventosa- tuvieron un cierto papel -pero no decisivo- en los gobiernos de Alfonso XIII. Jaume Carner fue un buen ministro de Hacienda del bastante fugaz gobierno de Manuel Azaña; con Franco tenemos el caso sorprendente de Laureano López Rodó, que con su influencia en Carrero Blanco y su pertenencia al Opus Dei fue decisivo en la restauración monárquica, influyó en la liberalización económica del régimen y conectó bien con el 'establishment' catalán que el franquismo permitía.

En la etapa democrática y constitucional, está el intento frustrado de Roca Junyent de liderar el Partido Reformista…y casi nada más. Las famosas 400 familias, que naturalmente no fueron masacradas en 1714, ni tras el Golpe de Estado de Companys en octubre del 34 y que controlan el poder en Cataluña, no han querido mojarse y han preferido una distancia medida y el proteccionismo textil, de los licores...; además de presentar su relación de peticiones y agravios a cada rey o jefe de gobierno que hemos tenido en los últimos 200 años. No olvidemos que el actual procés comienza cuando Mariano Rajoy le niega a Artur Más un tratamiento fiscal especial: el cupo; trato al que previamente había renunciado Jordi Pujol cuando empezaban la autonomías a funcionar. El mismo Pujol que cortó la opción de Roca pues aprovechando su minoría decisiva, sangraba los débiles gobiernos de Gonzalez y Aznar y obtenía concesiones en educación que a la postre ha resultado decisivo para crear el soporte y el substrato independentista actual.

Interesantísimo artículo:

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