La posguerra comienza, tras el famoso parte de Franco del 1º de abril, pero unas semanas antes, un mes, se cocinaba gran parte de lo que posteriormente alcanzó a unos combatientes que despues de 32 meses de guerra veían que sus ilusiones se enfrentaban a la cruel realidad. Mientras los dirigentes socialistas, conscientes de que la guerra estaba perdida, se olvidan de organizar una retirada y salida de aquellos militantes con riesgo de su vida en caso de caer prisioneros, se preparaban un exilio dorado y recogían en el VITA parte del oro del Banco de España, joyas diversas, dinero en monedas de altísimo valor, acciones de empresas nacionales y extranjeras..., un tesoro nunca valorado ni justificado su uso.
El VITA zarpa de Francia, camino de Méjico, el 28 de febrero; el mismo día que el Presidente del Gobierno, Juan Negrín, traslada su sede a la Posición Yuste, en Elda cerca de Alicante y de un aeródromo militar. Posición que facilitaba la huida, como así fue a partir del levantamiento de Casado. El 15 de marzo ya habían salido por avión Hidalgo de Cisneros, Negrín, Lister, La Pasionaria, Santiago Carrillo...Mientras el tiempo pasa y nadie organiza la salida de miles de militantes con riesgo. Los últimos lo logran, de carambola, en el mercante Stanbrook el 26 de marzo. El propietario del carguero, Jack Billmeir, cuya flota se multiplicó por diez gracias a la guerra española, había prohibido evacuar civiles. El capitán que desafió aquella instrucción era hijo de una modesta familia de Cardiff.
Efectivamente, final de la guerra había sufrido un acelerón tras el levantamiento, del 6 de marzo, del Coronel Segismundo Casado, con el apoyo de socialistas y anarquistas, contra el gobierno de Juan Negrín; que con el apoyo comunista pretendía continuar la resistencia a la espera de que estallara el conflicto europeo, cosa que ocurrió solo cinco meses después. Casado, Besteiro y Cipriano Mera pretendían cortar el que consideraban inútil derramamiento de sangre de una guerra perdida definitivamente tras la caída de Cataluña y el reconocimiento del gobierno de Franco; por parte de Francia e Inglaterra el 27 del mes anterior. A toro pasado todos tenían parte de razón, pero desgraciadamente ninguno hizo lo que podía por evitar el desastre que se produjo en la inmediata posguerra y que refleja espléndidamente Sebastian Pelegrí en su libro "Tres días de marzo, tres días de abril...":
El VITA zarpa de Francia, camino de Méjico, el 28 de febrero; el mismo día que el Presidente del Gobierno, Juan Negrín, traslada su sede a la Posición Yuste, en Elda cerca de Alicante y de un aeródromo militar. Posición que facilitaba la huida, como así fue a partir del levantamiento de Casado. El 15 de marzo ya habían salido por avión Hidalgo de Cisneros, Negrín, Lister, La Pasionaria, Santiago Carrillo...Mientras el tiempo pasa y nadie organiza la salida de miles de militantes con riesgo. Los últimos lo logran, de carambola, en el mercante Stanbrook el 26 de marzo. El propietario del carguero, Jack Billmeir, cuya flota se multiplicó por diez gracias a la guerra española, había prohibido evacuar civiles. El capitán que desafió aquella instrucción era hijo de una modesta familia de Cardiff.
Efectivamente, final de la guerra había sufrido un acelerón tras el levantamiento, del 6 de marzo, del Coronel Segismundo Casado, con el apoyo de socialistas y anarquistas, contra el gobierno de Juan Negrín; que con el apoyo comunista pretendía continuar la resistencia a la espera de que estallara el conflicto europeo, cosa que ocurrió solo cinco meses después. Casado, Besteiro y Cipriano Mera pretendían cortar el que consideraban inútil derramamiento de sangre de una guerra perdida definitivamente tras la caída de Cataluña y el reconocimiento del gobierno de Franco; por parte de Francia e Inglaterra el 27 del mes anterior. A toro pasado todos tenían parte de razón, pero desgraciadamente ninguno hizo lo que podía por evitar el desastre que se produjo en la inmediata posguerra y que refleja espléndidamente Sebastian Pelegrí en su libro "Tres días de marzo, tres días de abril...":
Los tres últimos días de la guerra civil española. Los tres primeros días sin guerra, porque llamarlos de paz sería injusto.
El autor vivió en primera persona, como teniente de la 222 Brigada Mixta de Carabineros el final de la guerra en Valencia, donde el 28 de marzo recibe la llamada de su superior para decirle que la 40 división acababa de ser disuelta y que cada uno se apañase como mejor pudiera. Se habían preparado salvoconductos para los oficiales que les facilitarían su embarque para salir de España. Organiza con otro teniente y varios soldados su marcha a Alicante, pero en el camino atestado de fugitivos descontrolados comprende que es una ratonera y deciden el retorno a Valencia convencidos de que no tiene que temer represalias por carecer de delitos de sangre. Así lo hacen y allí consiguen convencer a unos oficiales franquistas, también desmovilizados, que son simples soldados para que les ayudan a volver a sus lugares de origen. Treinta años más tarde se propone visitarles y lo consigue con todos menos con un soldado que había pasado a Francia y tras luchar contra los alemanes, es víctima de los hornos crematorios. El resto habían rehecho sus vidas con diversa fortuna y soportado escasas represalias.
Casualmente acabo de terminar de leer "Asalto a la Ciudad" de Gregorio Gallego que anarquista desde su juventud y afiliado a la CNT participó en la Junta de Defensa de Madrid como responsable de fortificaciones. En 1938 fue nombrado teniente de la 50 Brigada. El final del conflicto le sorprendió en el frente de Guadalajara y fue detenido, pasando por diversos campos de concentración, batallones de trabajo en los Pirineos y Gibraltar. Fue condenado, en consejo de guerra, a ocho años de prisión por «auxilio a la rebelión», que cumplió en diversas prisiones hasta 1943 en que fue liberado y se sumó a la lucha clandestina. En diciembre de 1944 fue detenido, cuando era secretario de la CNT del Centro y miembro del Comité Nacional clandestino. Fue condenado a 30 años, de los cuales cumplió 19. A partir de entonces se dedicó a escribir y recibió diversos premios. En este libro, comienza narrando los días previos al final de la guerra y la desorientación que se vivió entre los republicanos, en este caso una familia anarquista muy activa durante los días del levantamiento fallido y cuyos hijos son hechos prisioneros en la ratonera de Alicante. Sometidos a torturas, fueron juzgados y condenados a muerte.
https://elcriticonhistorico.blogspot.com/2019/03/80-aniversario-del-final-de-la-guerra.html
Estos dos casos, contados en primera persona a los que añado la experiencia de mi padre, juzgado y condenado a dos años de prisión, de los que cumplió poco más de seis meses por ser beneficiado con el primer indulto de Franco, el 1º de octubre para los que tenían prisión menor (menos de 6 años y un día) así como el conocimiento de casos de comunistas de mi pueblo, Villa de Don Fadrique, la pequeña Rusia y en los datos del libro " La Villa de Don Fadrique durante la Guerra Civil y la posterior represión" del joven historiador Pedro Organero Ronco; que en su 10ª edición fue prologado por Marcos Ana, nada dudoso de franquista, y ahora nuevamente en candelero por la placa que Carmena le ha dedicado el pasado día 26 en el nº 30 de la c/ Narvaez.
Como muchos otros miles, Macarro (apodado Marcos Ana) llegó al puerto de Alicante en espera de que algún buque los rescatase, allí fue apresado y confinado, primero en el campo de prisioneros de los Almendros, y posteriormente en el campo de concentración de Albatera. El régimen franquista le atribuyó el asesinato de tres personas, hechos por los que fue condenado a muerte en 1941, sentencia que no cumplió por ser menor de edad cuando se cometieron los delitos que le imputaban. En 1941, en el segundo aniversario de la terminación de la guerra se promulgó un indulto que alcanzó a los condenados a sentencias inferiores a doce años y el 17 de diciembre de 1943 otro indulto dejó también en libertad provisional a aquellos cuyas condenas eran inferiores a los veinte años.
https://elcriticonhistorico.blogspot.com/2019/03/80-aniversario-del-final-de-la-guerra.html
Estos dos casos, contados en primera persona a los que añado la experiencia de mi padre, juzgado y condenado a dos años de prisión, de los que cumplió poco más de seis meses por ser beneficiado con el primer indulto de Franco, el 1º de octubre para los que tenían prisión menor (menos de 6 años y un día) así como el conocimiento de casos de comunistas de mi pueblo, Villa de Don Fadrique, la pequeña Rusia y en los datos del libro " La Villa de Don Fadrique durante la Guerra Civil y la posterior represión" del joven historiador Pedro Organero Ronco; que en su 10ª edición fue prologado por Marcos Ana, nada dudoso de franquista, y ahora nuevamente en candelero por la placa que Carmena le ha dedicado el pasado día 26 en el nº 30 de la c/ Narvaez.
Como muchos otros miles, Macarro (apodado Marcos Ana) llegó al puerto de Alicante en espera de que algún buque los rescatase, allí fue apresado y confinado, primero en el campo de prisioneros de los Almendros, y posteriormente en el campo de concentración de Albatera. El régimen franquista le atribuyó el asesinato de tres personas, hechos por los que fue condenado a muerte en 1941, sentencia que no cumplió por ser menor de edad cuando se cometieron los delitos que le imputaban. En 1941, en el segundo aniversario de la terminación de la guerra se promulgó un indulto que alcanzó a los condenados a sentencias inferiores a doce años y el 17 de diciembre de 1943 otro indulto dejó también en libertad provisional a aquellos cuyas condenas eran inferiores a los veinte años.
El 27 de marzo de 1939, llegó a Valencia una delegación de Evacuación y Ayuda Española perteneciente al Cómite Internationale de Coordination et d’Information pour l’Aide Espagnole Republicaine. En su informe afirmaron que de haber recibido el sostén necesario podrían haber auxiliado a más de sesenta mil personas, pero durante esas jornadas la cifra de embarcados no superó las seiscientas cincuenta. Así pues, se puede afirmar que el único éxito de Casado fue preparar el terreno a Franco para concentrar ingentes cantidades de republicanos en los puertos de la zona, atraídos por un efecto llamada como último cartucho para evitar la represión. Algunos decidieron suicidarse y al resto de los prisioneros se les obligó a desfilar delante de los cadáveres. Alguien dijo "pronto envidiaremos a los muertos".
Si tiene interés por las cifras, en este artículo adjunto incluyo un estudio comparado de las dispares cifras dadas por diversos autores e historiadores.
Si tiene interés por las cifras, en este artículo adjunto incluyo un estudio comparado de las dispares cifras dadas por diversos autores e historiadores.
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