viernes, 19 de abril de 2024

RECORDANDO FRASES DE LOS PADRES DE LA REPÚBLICA.

Acaban de cumplirse 93 años de la proclamación de la IIª República, con sus altos y sus bajos, sus luces y sus sombras. Comenzó su andadura con grandes ilusiones y esperanzas pero antes de un año, uno de sus padres, Ortega y Gasset, ya renegaba con su frase "no es esto, no es esto". Partiendo de este recuerdo he extraido frases famosas que reproducen y definen lo que la República terminó siendo para algunos de sus padres.¡Y con este plantel, nos llevaron a la guerra!


Empezaremos por el más famoso Presidente de la República, en los prolegómenos de la guerra civil y durante toda la lucha; Manuel Azaña Díaz que cruzó, el 5 de febrero del 39, la frontera con Francia acompañado del lendakari Jose Antonio Aguirre y el President de la Generalidad Luis Company. Pocos días después cruzaron el jefe de gobierno, Juan Negrín y el Jefe del Ejercito, General Vicente Rojo; con unos 400.000 exiliados, de los cuales la mitad volvieron a lo largo del año siguiente. De todos ellos, solo Juan Negrín volvió a la zona republicana, el 10 de febrero, hasta que después del levantamiento del Coronel Casado el 6/7 de marzo, abandonó definitivamente España, en avión, a mediados de marzo desde la Posición Yuste.


Para mejor entender hacia donde nos dirigimos con los enfrentamientos nacidos con la Ley de Memoria de Zapatero y el remate de la actual ley de Memoria Democrática, de Pedro Sánchez, que ahonda en los odios y se facilita el profanar tumbas de los fallecidos. Como respeto a los muertos, entresaco el final de lo dicho por Azaña el 18 de julio de 1938 "...que abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, piedad, perdón".  A continuación el final completo del discurso del 18 de julio en el Ayuntamiento de Barcelona.

No voy a aplicar a este drama español la simplísima doctrina del adagio de que “no hay mal que por bien no venga”. No es verdad. Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, piedad, perdón. Manuel Azaña. 18 de julio de 1938.

Dolores Ibárruri, la Pasionaria

Dolores Ibárruri, La Pasionaria, por "seguidora de Stalin": "En un mitin en Valencia en 1938, pronunció la frase ‘Más vale condenar a 100 inocentes a que se absuelva a un solo culpable’, en referencia al proceso del POUM. (…). Josep Tarradellas y Salvador de Madariaga –libres ambos de simpatías hacia los sublevados- contribuyeron a confirmar la amenaza de La Pasionaria a Calvo Sotelo, en las Cortes, al afirmar muchos años después, que ellos habían sido testigos de las palabras de la Pasionaria dirigidas a Calvo Sotelo: este hombre no volverá a hablar en esta Cámara". Otros niegan la existencia de esta amenaza y enlazan el asesinato de Calvo Sotelo con el anterior del teniente Castillo.

Largo Caballero

En 1933, Largo Caballero, anunció sus planes: «Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución –y se refería a la Constitución Republicana– tendremos que conquistarlo de otra manera». Buen ejemplo para el esposo de Begoña Gómez. En 1934, el delincuente inmortalizado en un monumento en el Paseo de la Castellana se mostró con elevada sinceridad: «No creemos en la democracia como valor absoluto. Y tampoco creemos en la libertad». Lo demostró con creces. Tampoco creía en una República burguesa el propio Largo Caballero que en el verano del 33, en un curso a las juventides socialists, sin disimulos dijo: «Hoy estoy convencido de que realizar obra socialista dentro de una democracia burguesa es imposible; después de la República ya no puede venir más que nuestro régimen».

Y en febrero de 1936, Largo Caballero se regodea en advertencias que, en otro caso, se interpretarían como sangrientas y violentas amenazas. «Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues ante el fascismo, preferimos la anarquía y el caos». Aquí se destaca la gran mentira socialista. Todo aquel que no lo sea, es un fascista. Y hoy siguen con la murga.
Juan Negrín, último presidente de la República
«Aguirre no puede resistir que se hable de España. En Barcelona afectan no pronunciar siquiera su nombre. Yo no he sido nunca lo que llaman españolista ni patriotero, pero ante estas cosas, me indigno. Y si esas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con él ya nos entenderemos nosotros, o nuestros hijos o quien fuere. Pero esos hombres son inaguantables. Acabarían por dar la razón a Franco. Y mientras, venga a pedir dinero y más dinero». El socialista Juan Negrín, Presidente del Gobierno Republicano, en referencia al lendakari Aguirre (recogido en 1937 por Manuel Azaña).




«Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad».
Declaración efectuada en un acto en el frontón de Urumea (San Sebastián, 10 de noviembre de 1935) y recogido en La Nación del 11 de noviembre y en La Época del 11 de noviembre.


El egregio republicano Salvador de Madariaga recordaría el levantamiento de octubre del 34, desde el exilio, con palabras contundentes:
El alzamiento de 1934 es imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falso. Hipócrita porque todo el mundo sabía que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931, sin consideración alguna a lo que se proponía o no Gil Robles; y, por otra parte, a la vista está que el presidente Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución. ¿Con qué fe vamos a aceptar como heroicos defensores de la República de 1931 contra sus enemigos más o menos ilusorios de la derecha a aquellos mismos que para defenderla la destruían? (...) Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936

Indalecio Prieto decía en Méjico, desde su exilio el 1 de mayo de 1942,  refiriéndose a la Revolución de Asturias de 1934, 

"Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo". Es la piedra de toque de su episodio más sombrío. 
Para terminar este artículo, recordar que la crisis del 29, nos alcanzó con retraso y la vida económica de la República se dió de bruces con esa crisis; como podemos ver con algunos datos:
La producción de acero pasó de un millón de toneladas en 1930 a poco más de la mitad en 1935.

El consumo de cemento pasó de 1,8 millones de toneladas en 1930 a 1,5 millones en 1935

El PIB bajó un 40% entre 1929 y 1935. y el número de parados pasó de 339.000 en 1929 a 821.000 en 1936.

La situación de inestabilidad política se refleja en que durante la República hubo 20 cambios de gobiernos, estados de alarma y de guerra; sin olvidar unas 4.000 huelgas. La IIª República nació de un golpe de estado, como fueron unas elecciones municipales, en abril del 31, no generales y terminó con otro el 18 de julio del 36; que nos arrastró a una cruel guerra civil que ocasionó más de 400.000 muertos entre los frentes (soldados) y la retaguardia (civiles). Entre medias vivió otros dos golpes fallidos, uno incruento del general Sanjurjo en el verano del 32 y otro en octubre del 34 de la UGT de Largo Caballero que solo triunfó en Asturias, con 1500 muertos, y Cataluña con unos 50 fallecidos y el doble de heridos.

Tampoco ayudó el entorno de violencia exterior: Italia invade Abisinia en 1935 y sufre condena de la Sociedad de Naciones, con especial virulencia por parte del representante español; Japón invade Manchuria a finales del 31; levantamiento socialcomunista contra el gobierno austríaco del canciller Dollfuss, en febrero del 34, sofocado violentamente y que terminó con el partido socialista prohibido y sirvió de argumento de Largo Caballero contra Gil Robles, al que apodaba el Dollfuss español, como justificación del levantamiento en Asturias; el incendio del Reichstag en Berlín en febrero del 33 que facilitó el poder absoluto de Hitler;...

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