lunes, 7 de septiembre de 2020

EL MAL USO DE LAS FECHAS Y EFEMÉRIDES POR EL NACIONALISMO CATALÁN.

Ya se que he recordado esta manía en varios artículos, pero observar como recibían en el Parlament a su ex-presidenta Carmen Forcadell, condenada por su participación en los hechos del 6/7 de septiembre de 2017; que abrieron las puertas al referéndum prohibido del 1ºO y la posterior republiqueta de lo 8 segundos; complementada con la aparición de la ministra Marisú Montero para proclamar que lo que une al gobierno del PSOE con EH-Bildu, ERC y nacionalismo vasco es el amor por España, ha terminado por licuarme la parte del cerebro que entiende de la vida y la historia.



Efectivamente, el referido 6/7 de septiembre de hace tres años, el Parlament discutió y votó las leyes de desconexión del resto de España y claro me viene a la memoria, antes de que se me licue, otro 7 de septiembre pero de 1640. Fecha en que los dirigentes catalanes firman con los representantes del rey francés Luis XIII y su cardenal Richelieu (fallecería dos años más tarde) el Pacto de Ceret por el que Cataluña debía recibir apoyo militar, si se separaba de la Monarquía Hispánica y quedaba constituida como república libre bajo la protección del rey francés.

Se había llegado a esa situación porque en 1635 Luis XIII declara la guerra a la monarquía española, dentro de la conocida como Guerra de los 30 años, después de las victorias españolas contra los rebeldes holandeses en 1620, y contra los suecos en Nördlingen, en 1634. Para hacer frente a esa contingencia, el valido Conde Duque de Olivares intentó la Unión de Armas, mediante la cual las regiones/provincias/ aportaban soldados y dinero. Al negarse las cortes catalanas, el Conde Duque tuvo que destacar unos 30.000 soldados de diversas nacionalidades que conformaban los tercios para defender la frontera; parte de los cuales hubo de ser desviado a Fuenterrabía que estaba siendo sitiada por los franceses y eh aquí otra curiosidad, otro 7 de septiembre, de 1638, se liberó la plaza. Liberación y victoria que se celebra todos los años con el nombre de Alarde. Naturalmente estos tercios se tenían que abastecer de comida y hospedaje sobre el terreno y ahí comenzaron los problemas con los lugareños que en la primavera de 1640 terminaron con los levantamientos del Corpus de Sangre y la muerte del Virrey. Naturalmente Felipe IV reaccionó contra el levantamiento y decidió la actuación del ejército, frente a la que la Generalitat, con Pau Clarís al frente, organizaron la defensa, entre cuyas medidas se encontraba pedir ayuda a Francia que la ofreció encantada por debilitar a Felipe IV.

Els segadors, asesinan al Virrey

Tras firmar el Pacto de Ceret, Francia envió 3.000 soldados a costa de la Generalitat que en lugar de pagar a un ejército español con tropas catalanas incluidas, se encontró con el coste de las tropas francesas. Los meses siguientes fueron mal para los sublevados que pidieron más tropas francesas y Luis XIII las condicionó a que le nombraran Conde de Barcelona y le prestaran pleitesía, nombramiento aprobado el 13 de enero de 1641. Cambiaban una monarquía a la que llevaban unidos 150 años por otra más exigente y distante culturalmente. Con esas nuevas tropas consiguieron detener el avance del ejército realista, que en ese año recuperó Torosa y al año siguiente, Lérida. En 1642 con la muerte de Richelieu y con la de Luis XIII en 1643, los intereses militares franceses decayeron y se dedicaron únicamente al expolio económico que se hizo insufrible para la población. Las tropas realistas enfrascadas con la guerra de Portugal, desde diciembre de 1640, que aprovechó la debilidad de Felipe IV, el cansancio por los impuestos abusivos y la falta de ayuda frente a los ataques ingleses y holandeses, para iniciar su Independencia.

Si a eso le sumamos la proclamación del Duque de Medina Sidonia como rey de Andalucía, un mes más tarde, podemos entender que Felipe IV bastante tenían con acudir a apagar todos los fuegos; Rocroi incluido en 1643. Lo cierto es que en 1652 las tropas realistas expulsaron a los franceses y entraron en Barcelona entre la alegría de sus habitantes. La guerra costó, además de sangre y dinero, la pérdida del Rosellón y parte de la Cerdaña; donde en 1660, los Usatges fueron derogados, lo que conllevó la abolición de las instituciones propias en Cataluña septentrional, así como la prohibición del uso del catalán en el ámbito público y oficial so pena de invalidar lo escrito o dicho. Curiosamente, o no, lo cierto es que nunca recuerdan los independentistas estas efemérides republicanas.

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