Este artículo es de hace seis años, entonces en el Parlamento europeo hablaba el rey Felipe VI sobre la importancia de una España unida para el futuro de Europa y también los presidentes francés Françoise Hollande y alemana Ángela Merkel hacían referencia al peligro que representan los nacionalismos para ese futuro que todos queremos mejor y sin sobresaltos. El mensaje era claro, necesitamos más Europa: la unión hace la fuerza. Un día como hoy, 7 de octubre de 1571, se libraba la batalla de Lepanto entre la Liga católica y el Imperio Turco que pretendía expandirse por el Mediterráneo y así cubrir su flanco para el avance terrestre sobre Centroeuropa.
Cuadro con la batalla de Lepanto |
Después de retirarse de las puertas de Viena, en el verano de 1532, al encontrase que estaba esperando el Emperador Carlos I con un magnífico ejercito de 90.000 infantes y 30.000 caballos; por miedo a enfrentarse con él, según el Emperador escribía a su esposa y regente Isabel de Portugal, Los otomano volvieron a expandirse por el mediterráneo y para ello se propusieron eliminar a los caballeros de Malta que les inquietaban en el Mediterráneo central y oriental y pensando en una base avanzada para posteriores avances hacia el corazón de Europa, organizaron una gran armada en la que embarcaron un poderosísimo ejército terrestre para invadir Malta.
Pero en lugar de ir a su corazón, empezaron por el islote fortificado de San Elmo. En mayo iniciaron el asalto y los defensores resistieron heroicamente hasta su toma sin prisioneros el 23 de junio de hace 450 años (1565). La fortaleza reponía, cada noche, sus soldados muertos por otros que cruzaban a nado hasta que esto se hizo imposible y lentamente los 600 defensores fueron muriendo por los cañonazos de la flota otomano o en la defensa cuerpo a cuerpo en las brechas de la muralla. La conquista le costó, al Turco, más de seis mil bajas y debilitó de forma notable la moral de los asaltantes que poco después tuvieron que levantar el asedio a la Valeta ante la llegada de 8000 soldados enviados por Felipe II en septiembre.
Cuando después de la muerte de su padre en 1566 Selim asumió el poder, pactó una tregua de ocho años con el objetivo de realizar los preparativos necesarios para emprender la conquista de la isla, que a su vez le serviría para mitigar la amargura del fracaso en el reciente asedio de Malta.
No obstante, el 13 de septiembre de 1569 una explosión en los arsenales de Venecia animaron al turco a organizar una expedición aprovechando el momento de debilidad veneciana.
Como era su costumbre, en el verano siguiente, la flota turca aparece delante de Chipre, a fines de junio de 1570. Tras repetidos ataques y ante la pasividad de los reyes cristiano en septiembre se completa la conquista de la isla; en la que cometieron matanzas indiscriminadas. También Venecia sufrió asedio y fuertes daños.
Ante esta situación y dada la creciente actividad de los piratas y berberiscos aposentados en Argel y Berbería, el Papa Pío V consiguió una alianza con Venecia y España para afrontar el ataque que se presumía para el verano siguientes, es decir para 1571y por tanto se acordó reunir las escuadras en Mesina en junio del referido 1571.
Se contaba con galeras Españolas procedentes de Barcelona, Cartagena, Palma de Mallorca, otras propias y alquiladas (las alquiladas siempre eran más reacias a combatir y las Genovesas de Juan Andrea Doria dieron qué hablar), de Nápoles, Malta, Corfú, Creta y las del vaticano. En resumen, la escuadra se pudo revisar el 8 de septiembre y se componía de 90 galeras, 24 naos de transporte y 50 fragatas y bergantines, enviadas por Felipe II; 12 galeras papales y 106 galeras y 6 galeazas venecianas.
El mando total estaba en manos de D. Juan de Austria (hermano ilegítimo de Felipe II). Junto a él estaban los mejores nombres de la Armada española: los catalanes Requeséns y Cardona y los castellanos Gil de Andrade y Álvaro de Bazán. Con ellos, el genovés al servicio de España Juan Andrea Doria, sobrino del gran almirante Andrea Doria. Las galeras del Papa las dirigía un viejo señor de la guerra, Marco Antonio Colonna; las de Venecia, otro veterano, Sebastián Veniero, sustituido después por Barbarigo. 90.000 hombres, la mitad remeros, de los 30.000 soldados al menos la mitad eran españoles o dependientes de España, de los cuales españoles de la península unos 8.200.
La galera capitana de D. Juan de Austria llevaba un cristo en su palo mayor. Este cristo eran un regalo de Barcelona
El Cristo de Lepanto, esquivando un cañonazo turco |
Enfrente estaba lo mejor de los almirantes turcos, con una escuadra de 208 galeras, ligeramente superior a la aliada. El mando lo ostentaba Alí Pacha y contaba con Siroco y el famoso pirata Uluch-Alí que mandaba su ala izda. y que se enfrentaba a la escuadra del ala derecha cristiana que mandaba Juan Andrea Doria; famoso almirante (no tan bueno como lo fue su tío) que se dedicó a maniobrar sin entablar contacto, maniobras muy marineras pero que al final permitieron a Uluch-Alí huir con 40 naves y despellejar a seis galeras de caballeros de malta que se le interpusieron. Estas actuación fue mal valorada. Fue el único almirante turco que sobrevivió.
Formación de las escuadras al empezar el combate |
La batalla se decidió en el centro y ahí fue decisiva la escuadra de reserva de D. Álvaro de Bazán que acudió donde su presencia era necesaria. Las tres escuadras aliadas eran precedidas por dos galeazas venecianas, cada una, que rompieron las formaciones turcas. Eran grandes navíos de alto bordo y difícilmente asaltables desde las bajas galeras y además iban fuertemente armadas (40 cañones en lugar de los 4 o 5 de una galera) con grandes cañones, para disparar de lejos. Una vez superadas fueron poco eficaces. Si fueron decisivos los 4000 arcabuceros y tropas del tercio de Marina que D. Juan repartió entre las poco pobladas galeras venecianas.
Galeaza veneciana |
Fue el triunfo del cañón y del arcabuz, más lentos de disparar pero más eficaces y de mayor alcance que la combinación de cañones y arcos, manejados mayoritariamente por los turcos; que preferían número de flechas a eficacia de balas y metralla. En esa lucha resultó herido Cervantes que perdió la movilidad de una mano. Murieron 8.000 hombres del bando aliado y más del triple del lado turco. Se capturaron 190 galeras turcas con una pérdida de 20 propias. La mayor ocasión que vieron los siglos, según comentaría Cervantes, había concluido. La expansión turca se enfriaba y Europa fue consciente de que podían defenderse de la expansión otomana.
Como decíamos al empezar, hoy el rey de España hablaba de la importancia de una España unida para la defensa de Europa; justo 444 años después de que la salvara realmente.
Y a todo esto, según Javier Esparza,¿Qué fue del Cristo de la nave de Don Juan? Es una historia fantástica. Cuando terminó la batalla, los españoles vieron algo prodigioso: la talla se había ladeado; la tradición dice que una bala mora iba justo contra el Crucificado y éste se ladeó para esquivar la bomba. Así ladeado lo devolvió Don Juan a la Ciudad Condal; desde entonces está en la catedral de Barcelona, y por eso escribió Mosén Cinto Verdaguer aquel poema que empieza con el “Naves de España que adelante vais”, que sigue con “Catalunya, Catalunya, prou t’en pots ben alabar”, y que termina con “i per ço tens, Barcelona, lo Sant Crist de Lepant”.
En estos seis años hemos sufrido un golpe secesionista, hace 4 años, de la Srta Pepis, a resultas del cual siete dirigentes fueron condenados y ahora indultados por el presidente socialista Pedro Sánchez y el cabecilla sigue fugado, gracias a la Europa desunida. ¿Qué dirán los independentistas de esta historia común con el resto de españoles?, Juntos éramos importantes, poderosos y temidos. Aún hoy, si seguimos unidos seremos más fuertes que por separado. Así lo reconocen Obama, Merkel, Hollande.....
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