En esta semana nos encontramos en el aniversario de las dos últimas ofensivas realizadas por el ejército alemán en la Iª y en la IIª Guerras Mundiales. Ambas con un desfase de 25 años, lo que demuestra la capacidad de recuperación alemana y avanza lo que después se ha llamado el milagro alemán.La firma del tratado de Brest-Litovsk el 3 de marzo, llevaba la paz al frente ruso y por tanto había puesto fin a la guerra en dos frentes y parte de las fuerzas desplegadas en el Este habían sido trasladadas al occidental. Sin embargo, un millón y medio de soldados habían tenido que permanecer en las fronteras orientales para salvaguardar las nuevas responsabilidades allí asumidas, especialmente la de preservar la independencia de Ucrania, cuyo trigo estaba destinado a resolver el grave problema de escasez de alimentos que padecían las Potencias Centrales. De esta forma, Alemania dispuso en Bélgica y Francia de 191 divisiones que enfrentar a las 178 aliadas. Como puede verse, esta superioridad numérica no era abrumadora, pero la concentración para la ofensiva se suponía demoledora. A las 9:40 del 21 de marzo, los soldados de 3 ejércitos alemanes, 65 divisiones, salieron de sus posiciones, tras cinco horas de bombardeo de una impresionante fuerza de artillería formada por 6.000 cañones pesados y más de 3.000 morteros. Al finalizar el día los hombres del XVIII ejército habían realizado avances de más de 7 km en varios puntos del frente y capturado más de 20.000 soldados británicos.
Tanque alemán al inicio de la ofensiva. |
Cuando se inició la ofensiva alemana, conocida como Kaiserschlacht, allí donde franceses e ingleses se unían, a punto estuvo de romper el frente y abrirse la brecha que los aliados temían. Al final, los franceses comprendieron que, si no enviaban los refuerzos, los ingleses no resistirían, serían empujados al norte, echados al mar y, luego, el ejército galo, abandonado por su aliado, carecería de la fuerza necesaria para contener a los alemanes; así lo vivieron en la IIª G.M., entre el 27 de mayo y el 4 de junio de 1940, cuando el Ejército Expedicionario Inglés evacuó Dunkerque y dejó solos a los franceses frente a los alemanes. Por tanto enviaron los refuerzos, arriesgándose a que estas tropas quedaran embolsadas con los ingleses y no pudieran acudir a defender París. La diosa fortuna estuvo de su lado pues el bloqueo de los puertos alemanes, les impedía recibir caucho y los neumáticos escaseaban por lo que la ruptura del frente no pudo ser aprovechada en fuerza por falta de transporte motorizado y la ofensiva se detuvo. Una segunda ofensiva se emprendió en Flandes a partir del 9 de abril y nuevamente el frente se vino abajo, pero unas millas más allá se detuvo nuevamente a causa de la imposibilidad de alimentar las fuerzas avanzadas. El éxito de la ofensiva fue tal que Ludendorff cayó en la tentación de olvidarse de los ingleses y dirigirse realmente hacia París, fueron traídas tropas de Flandes y se siguió avanzando hasta llegar a tiro de cañón de la capital francesa. No obstante, por las consabidas carencias logísticas alemanas, Pétain logró estabilizar el frente en el Marne. Los alemanes lo volvieron a intentar el 9 de junio y el 15 de julio, pero en estas dos ocasiones ni siquiera fueron capaces de penetrar con la profundidad de las tres anteriores. La última de ellas fue seguida de una contraofensiva francesa, ahora ayudados por los norteamericanos, que estabilizó el frente y avanzó lo que ocurriría en agosto con el inicio de las ofensivas aliadas que derrotarían finalmente a Alemania durante el otoño.
OFENSIVAS KAISERCHLACHT |
Las pérdidas alemanas, en los cien días, ascendieron a 260.000 hombres, de ellos 225.000 en los 18 días de la 1ª ofensiva, a razón de más de 12.000 por día, cifras no vistas desde los choques frontales del año 1914; en esos 100 días los aliados un total de 177.000 ingleses, de ellos 70.000 prisioneros y los franceses más de 75.000. Las bajas fueron algo más elevadas entre los aliados, 252.000 frente a 225.000. Las siguientes ofensivas fueron menos sangrientas, hasta que a mediados de julio, los alemanes pasaron a la defensiva. Las pérdidas de material fueron ingentes pero los aliados las repusieron más fácilmente y con la llegada de los americanos, la superioridad quedó claramente reflejada tanto en hombres como en el resto de material bélico; salvo en tanques que ya era abrumadora. Un mes más tarde, en agosto, era evidente que Alemania no podía ganar la guerra y esa convicción corrió por sus trincheras, adelantando lo que ocurrió a partir del 8, el llamado día negro del ejército alemán, por su comandante Ludendorf; con rendiciones masivas durante la ofensiva aliada.
La Batalla de Kursk, también conocida como operación Zitadelle o Ciudadela, constituyó el enfrentamiento de tanques más grande de la Historia y la libraron Alemania y la Unión Soviética. Durante esta gigantesco duelo que tuvo lugar en el Frente Oriental, millones de hombres y miles de blindados, cañones y aviones se dieron cita en el verano de 1943 para protagonizar una de las campañas más épicas de la Segunda Guerra Mundial.
Terminada la Batalla de Stalingrado, a inicios de Febrero de 1943, con resultados catastróficos para el Eje; el Tercer Reich perdió la iniciativa en el Frente Oriental en favor de un Ejército Rojo que recuperó el Cáucaso y el sur de Rusia. Dentro de estas ofensivas, una es de especial recuerdo pues afectó a nuestra División Azul que se enfrentó y rechazó el intento del ejército ruso de abrir un pasillo a la sitiada Leníngrado. Había sido un frente relativamente tranquilo, hasta que en la madrugada del 10 de febrero de 1943, unos 5.600 hombres de la División Azul hicieron frente a 44.000 soldados, casi un centenar de tanques e innumerables piezas de artillería del 55 Ejército de la Unión Soviética; que formaban parte de la operación Estrella Polar; tendente a ampliar un minúsculo pasillo en el asedio de Leningrado y que coincidía con otras operaciones rusas de la ofensiva de invierno para romper el frente alemán y cuyo principal éxito era que solo 10 días antes, el Mariscal Paulus había rendido al 6º ejército alemán en Stalingrado; la mayor batalla de la IIª G.M. La batalla de Krasny Bor debe su nombre a la población, cercana a los arrabales de Leningrado, donde tuvieron lugar los principales combates; los más duros en que participaron los españoles en el frente ruso.
Dentro de esta ofensiva de invierno, el Ejército Rojo había recuperado la ciudad de Jarkov en febrero de 1943; la ciudad llevaba en poder alemán desde octubre de 1941. Al observar el agotamiento soviético, el Generalfeldmarschall Erich von Manstein contraatacó y en la primavera de 1943, volvió a ocuparla y retomar el terreno perdido en la cuenca de los Donets; amenazando directamente a los soviéticos en el Saliente de Kursk. Manstein pidió autorización para eliminar el referido saliente y así acortar el frente. Hitler no lo autorizo porque quería que la ofensiva de verano, contase con los nuevos carros Pantera y Tigre en nº suficiente para derrotar claramente al Ejército Rojo. Efectivamente el ejército alemán se rearmó, pero también sus oponentes rusos y además estos consiguieron conocer los planes alemanes, gracias a su servicio secreto. Tanto es así que dos horas antes del inicio de la ofensiva, los rusos abrieron fuego de artillería contra las zonas de reagrupamiento alemanes, produciéndoles numerosas bajas y retrasando la hora de inicio de Zitadelle; además de indicarles a los alemanes que no había efecto sorpresa.
Salida de los divisionarios en medio de un gran fervor patriota http://elcriticonhistorico.blogspot.com/2018/02/la-division-azul-hace-75-anos-batalla.html |
El Ejército Alemán se apoyaría por vez primera en las nuevas adquisiciones tecnológicas en tanques, concretamente los blindados Panther (Panzer V), con 44 T. de peso y un cañón de 75 mm de alta velocidad inicial y tiro muy plano y Tiger (Panzer VI) de 58 t de peso y, equipado con un cañón poderosísimo cañón de 88 milímetros en la torreta, que superaban ampliamente a los hasta ahora temidos T-34 rusos, con un peso de 28 T y un cañón de 76 mm, al final sustituido por uno de 85 mm. La ventaja del T-34 era su mayor facilidad de fabricación, triplicó a los fabricados en Alemania que pudieran enfrentarse a él. Los alemanes innovaban y los rusos preferían producir mucho de un modelo comprobado.
Aproximadamente el Eje desplegó un total de 900.000 soldados (el 30% del total en el frente ruso), 2.339 tanques (1.871 Panzer III y IV (de 23 y 25 T. de peso y cañones 50 mm a 75 mm) 200 Panther, 178 Tiger y 90 Ferdinand), 10.733 cañones y 2.050 aviones (2.030 alemanes y 20 españoles).
Aquí tanques Tigre, arriba, y Panther (Pantera)
Aquí tanques Tigre, arriba, y Panther (Pantera)
El Ejército Rojo del mariscal Georgi Zhukov iba a ser el eje central de la “Operación Ciudadela” porque sabiendo de antemano el plan enemigo, erigió en torno a Kursk uno de los perímetros defensivos más formidables de la Segunda Guerra Mundial en tiempo récord y gracias a la movilización de cientos de miles de soldados y trabajadores. Así fue como se cavaron ocho cinturones de protección compuestos por trincheras de más de 5.000 kilómetros de largo y 175 kilómetros de profundidad, barridas por piezas de artillería, emplazamientos de ametralladoras, pozos de tirador y un campo precedido por 400.000 minas (3.200 artefactos por cada kilómetro cuadrado). Aproximadamente la Unión Soviética (URSS) desplegó a un total de 1.637.000 soldados, 5.300 tanques, 20.200 cañones, 920 lanzacohetes y 1.650 aviones.
Oficialmente a las 5:00 horas de la madrugada del 5 de Julio de 1943, con dos horas de retraso, comenzó la gran ofensiva terrestre contra Kursk cuando el IX Ejército Alemán del general Whalter Model emprendió la marcha contra los XIII, XLVIII y LXX Ejércitos Soviéticos situados entre el Frente de Bryansk y el Frente Central. Simultáneamente el XLVIII Cuerpo Panzer inició la “Operación Ciudadela” cargando contra el Frente de la Estepa en Cherkasskoye. La operación en pinza estaba en marcha y se enfrentaba a las defensas rusas que inicialmente detuvieron la ofensiva pero a costa de muchas bajas en sus contraataques. Los alemanes con sus tanques Pantera y Tigre en cabeza avanzaban con dificultad pero consiguieron romper varias líneas defensivas. El ejército alemán también estaba sufriendo pérdidas elevadas de su arma acorazada que difícilmente podría reponer (muchos Pantera tuvieron problemas mecánicos, pues no habían tenido suficiente tiempo de pruebas). El día 12 se enfrentaron más de 1400 tanques y elementos acorazados, llevando los rusos la peor parte y así se llegó sorprendentemente al 13 de julio, en que el Estado Mayor Alemán ordenó detener la ofensiva y retirar un cuerpo de ejército hacia Italia, ante el temor de que esta abandonase la guerra. El día 10 los aliados habían el desembarcado en Sicilia y se estaban adueñando de la misma; nuevamente la participación americana resultaba decisiva en la derrota alemana; como 25 años antes en el verano de 2018. A partir del 15, los rusos atacaron las zonas de penetración y dos semanas después los alemanes habían vuelto a sus bases de partida.
El resultado de la Batalla de Kursk fue un empate técnico entre ambos contendientes (o quizá “victoria frustrada” para el Eje), con la diferencia de que para Alemania significó la última gran ofensiva desencadenada sobre el Frente Oriental en la Segunda Guerra Mundial y mostró su incapacidad para realizar más operaciones de envergadura en Rusia; salvo el planteamiento de aquellas que tuviesen un carácter defensivo. Tampoco para la Unión Soviética las cosas fueron mejor porque el encuentro en Kursk significó unas bajas gigantescas y una catástrofe en tanques, pero contaban con ellas y se recuperó mejor. A mediados de agosto, el Ejercito Rojo, tomó definitivamente Jarkov y no volvería a retroceder hasta llegar a Berlín en mayo de 1945. Después de Kursk, muchos vieron que Alemania ya no ganaría la guerra y el propio Franco retiró la División Azul en octubre de ese año, 1943.
La Unión Soviética sufrió 863.000 bajas entre 255.000 muertos o prisioneros y 608.000 heridos; así como la destrucción de 3.000 tanques, 5.600 cañones y el derribo de 961 aviones (40 derribados por los españoles de la Escuadrilla Azul). Las cifras son el resultado medio de varias fuentes.
El Eje sufrió 284.000 bajas entre 60.000 muertos, 60.000 prisioneros y 164.000 heridos; así como la destrucción de 1.300 tanques, 500 cañones y el derribo de 859 aviones (dos de ellos pilotados por españoles de la Escuadrilla Azul). Las cifras son el resultado medio de varias fuentes.
En recuerdo de esta victoria, se le puso su nombre a un submarino atómico de la clase Oscar II, el K-141 Kursk; perdido con toda su tripulación en una tragedia ocurrida en el mar de Barents el 12 de agosto de 2000. Una serie de errores y mala suerte se lo llevaron al fondo del que fue reflotado, un año más tarde, por un equipo holandés. Se rescataron 115 cadáveres de los 118 tripulantes que componían su dotación.
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