El último Consejo de Ministros ha decidido denunciar el Juicio Sumarísimo que declaró a Lluis Companys merecedor de la pena capital que se ejecutó el 15 de octubre de 1940 y sobre la que ya se había pronunciado, esculpatoriamente, el antecesor de Sanchez;Rodriguez Zapatero. Esto como mínimo nos haría preguntarnos como no se hace lo propio con otros fusilados tras juicios sumarísimos; incluyendo expresamente al general Domingo Batet que habiendo parado en seco el golpe de Companys el 6/7 de octubre del 34, fue posteriormente fusilado, en febrero del 37, por defender, nuevamente, la República. Curiosamente nos encontramos con que un 15 de octubre, Companys y el general Diego de León fueron fusilados, con 99 años de diferencia (1841/1940). Otra casualidad se da con la muerte de Domingo Batet, otro día 15 aunque en este caso de febrero. La historia se repite y en esta ocasión nos centraremos en la vida de dos generales ejemplares, vividas también con casi un siglo de diferencia y otra fecha común: un 7 de octubre, en que uno fracasa en su intento de derrocar a Espartero (1841) y otro que triunfa evitando el golpe de estado de Lluis Companys (1934). Diego de León y Domingo Batet poseían la Laureada de San Fernando, máxima condecoración en el ejército español.
Igual que hace unos días, gracias nuevamente al ABC, me encontraba con una entrevista sobre Baldomero Espartero, que me dio pie para componer un artículo en el que estudiaba su semblanza con la de otro general, Francisco Franco; vivida igualmente con un siglo de diferencia. Ahora la decisión de Pedro Sanchez en referencia a Lluis Companys, me anima a escribir este artículo. En el anterior, Baldomero Espartero versus Francisco Franco, ya hacía referencia a la coincidencia en la forma de morir de Batet y Diego de León que ahora completo con un breve análisis sobre las carreras de ambos militares; unidos por su trágico fin, uno en 1937 y otro en 1941; en sendas guerras civiles y compartiendo la misma frase:
Ferrer Dalmau da los últimos retoques a la figura de Diego de León; la Primera Lanza del Reino |
«Disparadme al corazón, os lo pide vuestro general
Así pues, analizaremos sucintamente las vidas de los generales Diego de León y la de Domingo Batet; que comparten algunas coincidencias cronológicas con el ex-presidente de la Generalitat, Lluis Companys y también diferencias entre las que rescataremos una básica, que es que los dos primeros lucharon y murieron por la unidad de España, mientras que el tercero lo hacía por lo contrario; por su desmembración. Otra diferencia es que mientras todos los condenados a muerte, tras el golpe de Companys de octubre del 34, vieron sus sentencias conmutadas; todas las condenas a muerte a los golpistas del 18/20 de julio del 36, se ejecutaron. Tampoco ilumina la figura de Companys, el que durante su presidencia entre julio del 36 y febrero del 39, cerca de 8.200 civiles fueran paseados y eliminados en checas de trágico recuerdo. Aparecen sentencias firmadas o adjudicadas a Companys, que sus seguidores afirman que no firmó, pero lo que es seguro es que podría haber hecho más para evitarlas; incluido el fusilamiento de 150 personas, antes de cruzar la frontera en la 1ª semana de febrero del 39, con la guerra ya perdida.
Diego de León y Navarrete, Gónzalez de Canales y de Valdivia; nacido en Córdoba, 30 de marzo de 1807 y fallecido en Madrid, el 15 de octubre de 1841, nacido en una familia noble fue nombrado conde de Belascoaín (por una acción de guerra en ese lugar). Alcanzó el rango de teniente general a la edad de 34 años, por méritos de guerra, ocupando el cargo de virrey de Navarra. Participó en un complot de O´Donnell para derribar a Espartero que a poco de terminar la guerra, en septiembre de 1840, se convirtió en el nuevo regente. Desesperada y aislada en Valencia, la Reina María Cristina nombró a Diego de León capitán general de Castilla la Nueva con el objeto de obtener el apoyo de los militares moderados. El complot incluía el rapto de la reina niña pero fue abortado y tras un juicio rapidísimo, Diego de León, condenado a muerte. La sentencia se cumplió en 15 de octubre; él mismo, remangándose las mangas de la camisa y dirigiéndose a los soldados les animó diciendo: «No tembléis, disparad al corazón»
Domingo Batet Mestres; nacido en Tarragona, el 30 de agosto de 1872 y fallecido en Burgos, el 18 de febrero de 1937. Alcanzó el rango de general de división a los 53 años, categoría que ostentaba junto al mando de la IV División Orgánica con sede en Burgos, cuando el 6/7 de octubre de 1934, Lluis Companys, presidente de la Generalitat, proclamo la república de Cataluña y pidió a Batet que se pusiese a su disposición. Éste, tras consultar con Alcalá Zamora, Presidente de la República, acabó en 24 horas con el golpe. Por este hecho, recibió la Laureada. En idéntica comandancia le sorprendió el levantamiento del 18 de julio del 36 y nuevamente se puso a favor de la República. Tras negarse a secundar el Alzamiento Nacional, cuyo fracaso parcial dio lugar a la Guerra Civil Española, fue detenido por los sublevados y condenado a muerte por un tribunal militar. La diferencia centenaria con Diego de León es en el momento de su muerte, pues por nacimiento Batet era 35 años mayor. Uno muere a la edad de 34 años y el otro a los 65. El 8 de enero de 1937 se dictó la sentencia. A Batet se le pedían dos penas de muerte, por traidor y por rebelde, siéndole conmutada una por Franco (cruel ironía), que el 15 de febrero dio el ‘enterado’ para la ejecución de la 2ª; que se llevó acabo el 17. Dicen que Batet estuvo sereno y valeroso, dando la orden de fuego al pelotón de ejecución. El veterano Cabanellas lloró ese día, junto a otros generales que habían pedido su indulto completo, como Queipo de Llano y el propio Mola.
Para completar las curiosidades, Mata Hari también fue fusilada otro 15 de octubre, esta vez de 1917. Fue encontrada culpable de espionaje si bien no quedó clara su importancia y pagó por su popularidad y como ejemplo para un ejército en horas bajas. De los 14 soldados del pelotón de ejecución, solo recibió 4 disparos aunque uno, en el corazón era mortal. Aún así, el oficial le dio el, innecesario, tiro de gracia.
Diego de León y Navarrete, Gónzalez de Canales y de Valdivia; nacido en Córdoba, 30 de marzo de 1807 y fallecido en Madrid, el 15 de octubre de 1841, nacido en una familia noble fue nombrado conde de Belascoaín (por una acción de guerra en ese lugar). Alcanzó el rango de teniente general a la edad de 34 años, por méritos de guerra, ocupando el cargo de virrey de Navarra. Participó en un complot de O´Donnell para derribar a Espartero que a poco de terminar la guerra, en septiembre de 1840, se convirtió en el nuevo regente. Desesperada y aislada en Valencia, la Reina María Cristina nombró a Diego de León capitán general de Castilla la Nueva con el objeto de obtener el apoyo de los militares moderados. El complot incluía el rapto de la reina niña pero fue abortado y tras un juicio rapidísimo, Diego de León, condenado a muerte. La sentencia se cumplió en 15 de octubre; él mismo, remangándose las mangas de la camisa y dirigiéndose a los soldados les animó diciendo: «No tembléis, disparad al corazón»
Domingo Batet Mestres; nacido en Tarragona, el 30 de agosto de 1872 y fallecido en Burgos, el 18 de febrero de 1937. Alcanzó el rango de general de división a los 53 años, categoría que ostentaba junto al mando de la IV División Orgánica con sede en Burgos, cuando el 6/7 de octubre de 1934, Lluis Companys, presidente de la Generalitat, proclamo la república de Cataluña y pidió a Batet que se pusiese a su disposición. Éste, tras consultar con Alcalá Zamora, Presidente de la República, acabó en 24 horas con el golpe. Por este hecho, recibió la Laureada. En idéntica comandancia le sorprendió el levantamiento del 18 de julio del 36 y nuevamente se puso a favor de la República. Tras negarse a secundar el Alzamiento Nacional, cuyo fracaso parcial dio lugar a la Guerra Civil Española, fue detenido por los sublevados y condenado a muerte por un tribunal militar. La diferencia centenaria con Diego de León es en el momento de su muerte, pues por nacimiento Batet era 35 años mayor. Uno muere a la edad de 34 años y el otro a los 65. El 8 de enero de 1937 se dictó la sentencia. A Batet se le pedían dos penas de muerte, por traidor y por rebelde, siéndole conmutada una por Franco (cruel ironía), que el 15 de febrero dio el ‘enterado’ para la ejecución de la 2ª; que se llevó acabo el 17. Dicen que Batet estuvo sereno y valeroso, dando la orden de fuego al pelotón de ejecución. El veterano Cabanellas lloró ese día, junto a otros generales que habían pedido su indulto completo, como Queipo de Llano y el propio Mola.
Para completar las curiosidades, Mata Hari también fue fusilada otro 15 de octubre, esta vez de 1917. Fue encontrada culpable de espionaje si bien no quedó clara su importancia y pagó por su popularidad y como ejemplo para un ejército en horas bajas. De los 14 soldados del pelotón de ejecución, solo recibió 4 disparos aunque uno, en el corazón era mortal. Aún así, el oficial le dio el, innecesario, tiro de gracia.
Pues sí que es raro que los mismos presidentes del gobierno no hayan denunciado también el juicio sumarísimo del general Batet, dadas las simpatías que se les supone hacia la Republica cuya defensa lo llevó al paredón.
ResponderEliminarLo de Diego de León les queda a todas luces un poco más lejos.
Aún así la hipotética pregunta inicial parece retórica.
Pero ahí queda, excelentísimo señor Presidente: ¿Por que no denuncia su Gobierno el juicio sumarísimo del general Batet?
Es una pregunta acertada y que como tantas otras cosas, queda en el olvido. Para los independentistas es un traidor pues frenó el golpe de Companys a pesar de ser catalán. A Sanchez le es indiferente y preferirá no agraviar a Torra y Cia. Otra curiosidad es que el fusilamiento de la supuesta espía Mata Hari, también se efectuó otro 15 de octubre; en este caso de 1917. De los doce soldados del pelotón de fusilamiento solo acertaron cuatro pero uno de ellos en el corazón que le produjo la muerte instantánea, aunque no le evitó el tiro de gracia del oficial que mandaba el pelotón.
ResponderEliminarOtro motivo por el que no parece oportuno remover y anular viejas sentencias es que se podría producir un aluvión de solicitudes de los familiares de los miles que fueron fusilados; como paso previo a pedir indemnizaciones por los daños sufridos.
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