Hemos vivido una semana inolvidable, donde se ha puesto de manifiesto las tragaderas de Pedro Sánchez con tal de permanecer en el poder un año más y buscando prolongarlo otros cuatro años. Dejo de lado el asunto de la "Ley del solo si es si", con los gimoteos de la ministra cuando la diputada de Vox le ha recordado lo que la mayoría de españoles piensan sobre como pasó de cajera a Ministra y ésta se volvió hacia la bancada de Vox para recriminarles, como la bicha del pantano, su facherío. Este enfrentamiento ha sido rápidamente empleado como cortina de humo de lo verdaderamente importante que son las reducciones de pena y excarcelaciones y por tanto no le dedico más esfuerzo.
Con un vergonzante abandono de sus escaños azules, el gobierno dio muestra de su falta de respeto institucional y salvo el ministro de presidencia, Félix Bolaños, el resto se ausentó durante la intervención de Garcia Adanero, del grupo mixto y antes de UPN. Cursó sobre la salida de la guardia civil de las carreteras navarras en pago de los tres votos de Bildu, innecesarios, para sacar adelante los presupuestos o la derogación de la sedición del Código Penal. Pero Sánchez busca una especie de Frente Popular, rememorando el de febrero del 36, que vaya unido en las próximas generales y por eso no le incomoda que el coordinador de Bildu, Arnaldo Otegi, afirme que «No hay Gobierno de progreso en España si los que nos queremos marchar de España, y además somos de izquierdas, no lo sostenemos». Sánchez tiene claro que él y su PSOE no va a sacar mayoría de gobierno y sienta a los Frankenstein a su mesa y comparte las viandas, para obligar a las derechas a obtener mayoría absoluta si quieren llegar al gobierno.
Pero no era la parte más jugosa de la noche, que se dejó para la madrugada, con la inocente petición por cargos del PP para que hubiese ruptura de voto en la votación estelar: la derogación del delito de sedición y su sustitución por uno menor de algarada agravada; los CDR se van a enterar. No es una broma y con esta ley el Estado entrega una de sus principales armas coercitivas en su defensa de la unidad territorial.
Efectivamente, resulta sorprendente y decepcionate las tragaderas de los diputados socialistas ante la reiteración de las mentiras, contradicciones y promesas incumplidas, y desde luego la patente antipatía social hacia la alianza con los independentistas. En la votación nocturna, para eliminar la sedición como delito y su sustitución por una algarada, a los diputados socialistas les dio igual: se trataba de mantener una lealtad suicida al presidente y al concepto de bando. Sólo ese sentimiento de pertenencia faccionaria explica la arrogancia complacida, el orgullo tribal con que se declararon cómplices de una ignominia.
Unanimes y orgullosos votando si a eliminar el delito de sedición. |
Bien es cierto que esa unanimidad en tema tan delicado es una demostración de que vale más su escaño, debido al jefe, que la voluntad expresada en encuestas y entrevistas a dirigentes como Lambán y Emiliano G. Page. Sin olvidar que Batet, Margarita Robles y otros 13 diputados socialistas si rompieron la disciplina de voto, impuesta por la gestora del PSOE, en la elección de Rajoy en 2016. Cuando Sánchez alcanzó la Moncloa, agradeció con cargos y prebendas esa ruptura del voto. Doble vara de medir.
La historia vuelve a repetirse pues en marzo del 36 el gobierno del Frente Popular sacó de prisión a los golpistas-secesionistas catalanes y a los dirgentes socialistas del levantamiento, de Asturias, en octubre del 34, contra la República que tanto añoran ahora. Volviendo a nuestra actualidad, la última encuesta de Gad3 refleja que solo uno de cada cuatro votantes socialistas está de acuerdo en abaratar la sedición, y solo uno de cada diez sería favorable a aliviar el castigo por la malversación. El divorcio en este sentido parece notable, entre diputados y sus electores, a los que no respetan nada pues entre lo dicho en campaña sobre Podemos e independentistas y lo pactado después de abrir las urnas..., hay un mundo de mentiras.
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