miércoles, 18 de marzo de 2020

APRENDIENDO DE LA GRIPE ESPAÑOLA Y OTROS CORONAVIRUS

Empezaré por un chiste: recibo tantos mensajes sobre el coronavirus, en mi móvil, que en lugar de vibrar, estornuda. Es el resultado de las investigaciones y de los bulos que corren por las redes. Pero centrémonos en aquellos resultados que los más inteligentes y menos irresponsables, aprenden de las experiencias pandémicas anteriores y de los anteriores coronavirus, que aparecieron en los años 60. Ese aprendizaje ha permitido reducir el tiempo necesario para crear una vacuna, de varios años a pocos meses. La vacuna contra la pandemia del SARS del año 2003 se desarrolló en 20 meses; la vacuna contra la gripe A/Indonesia H5N1 del año 2006 se concluyó en 11 meses; la vacuna contra la gripe A/California H1N1 se logró en 4 meses y la vacuna contra el virus Zika tardó solo 3,5 meses. Cabe prever, pues, que la vacuna contra Covid-19 no se demore demasiado, en China parece que ayer presentaron una, los israelitas estan a punto y en Alemania igualmente. Nuestro gobierno presentó ayer un plan en el que se incluyen unos milloncejos para investigar y eso que ya estamos en cabeza de infectados y muertos. Una curiosidad, para quien le interese, es que leyendo algunos artículos, me he encontrado con que algunos modernos antidiabéticos como el Jentadueto, que yo tengo recetado, llevan Linagliptina que es un inhibidor de la la dipeptidil peptidasa-4. Su presencia en el cuerpo humano facilitaba la atracción de la glucoproteína del β-MERS-Cov del coronavirus MERS, que hacía a este más peligroso. ¿Habría el Jentadueto disminuido la mortandad del MERS? 


Para ver mejor el gráfico anterior, aquí adjunto el enlace al artículo del suplemento del ABC

https://www.xlsemanal.com/conocer/salud/20200314/coronavirus-aislamiento-no-quedar-reunir-con-familia-casa-gripe-espanola.html

Cuando la pandemia de la gripe, mal llamada, española llegó a la ciudad de Filadelfia, no se le dió importancia y no se canceló su más famoso desfile, ni se cerraron locales comerciales hasta una semana después de su celebración; un símil que me recuerda a la actuación del gobierno español con la manifestación del 8M y la tardía declaración de alarma con el enclaustramiento poblacional. Ojo, que teníamos de ejemplo la situación Italiana, pero aquí para nuestras autoridades, era como con la colza, un bichito sin importancia que mataba menos que la gripe estacional. Nada de prever mascarillas y que decir de pruebas selectivas.

Simultáneamente en Saint Louis, la actuación consistió en medidas de aislamiento social, cerrar iglesias, escuelas, bailes,..., consiguiendo reducir los contagios y los fallecimientos, que fueron ocho veces menores; como ahora han hecho Taiwan, Corea del Sur y parecido en Alemania. Digo parecidos porque en estos últimos se han realizado pruebas masivas para detectar infectados en sus primeros estadíos y así aislarlos y evitar que extendieran el contagio. En España ahora mismo, con más de un mes de retraso, se plantea el gobierno hacer pruebas a quienes presenten síntomas; mientras que en Corea, se realizan 15.000 pruebas diarias, aquí llevamos menos de 40.000 en un mes. Los análisis masivos de Corea no son ningún milagro, sino la combinación de una nefasta experiencia anterior (el SARS en el 2003, que sacudió la economía coreana),. Allí llevan 8400 contagios y 84 fallecidos, en España 14.000 contagios y 560 muertos; y Alemania van por 10.000 contagios y 26 fallecidos. Algo estamos haciendo mal y es la improvisación.

Ayer en TV13 el corresponsal en la Comunidad valenciana contaba como ante la duda con su hijo, le habían hecho las pruebas a su mujer y a él mismo y en su caso con resultado positivo. Como no tenía síntomas, tenía previsto haber ido a trabajar y habría extendido la infección; con el resultado analítico, se queda en casa hasta que le den el alta. Ventaja del método coreano, prevenir.

                                

Hasta el año 2002, los coronavirus recibieron escasa atención médica, solo eran responsables de entre el 10% y 30% de las infecciones de tracto respiratorio superior (los resfriados comunes). En ese año, se describieron en la provincia china de Guangdong varios casos de una neumonía atípica. La peculiar neumonía adquirió entidad epidémica afectando a más de veinte países. La nueva enfermedad se designó con el acrónimo SARS ( Severe Acute Respiratory Syndrome ) y al germen causal β-HCoV que, a partir de entonces, se denominó SARS-CoV. Se notificaron algunos contagios directos entre humanos, pero se ceñían al ámbito hospitalario, donde se hallaban los enfermos más graves, posiblemente con una mayor «carga viral». Esta expansión en un contexto hospitalario, se explicó porque la glucoproteína-S del SARS-CoV se engarzaba a una enzima más abundante en las células bronquiales del tracto respiratorio inferior, no tanto en las vías respiratorias superiores. La distribución de esta enzima (predominante en el tracto respiratorio inferior) explicaba que el máximo de infección ocurriese al cabo de unos 10 días del contagio, cuando la mayoría de los pacientes ya habían sido hospitalizados. Con bastantes concomitancias con el actual y de ahí esos correos recomendando beber agua y/o tisanas calientes. La improbabilidad (no imposibilidad) de contagio directo entre humanos hizo que la epidemia terminase de manera tan súbita como surgió, sin que se llegase a utilizar la vacuna que se desarrolló al cabo de 20 meses de iniciarse la epidemia. Se contagiaron 8.098 personas, de las que murieron 774 (algo menos de un 10%).

En el año 2012, otro β-Cov (β-coronavirus) se aisló del esputo de un hombre saudí que terminó falleciendo por fallo respiratorio. Fue el primer caso de otro síndrome neumónico, el denominado MERS (acrónimo en inglés de Middle East Respiratory Syndrome). Al coronavirus responsable se le designó MERS-CoV. A diferencia del SARS, este nuevo virus no se expandió mundialmente, quedando circunscrito a la península de Arabia y unos pocos países relativamente alejados, sobre todo Irán y Argelia. En este caso la transmisión era únicamente zoonótica, afectando a los cuidadores de camellos. Al parecer, los murciélagos (muy abundantes en los oasis del desierto) mordían a las crías de camellos, desde donde el virus contagiaba a los cuidadores. La infección por MERS-CoV afectó a 2.494 personas. Entre el 50 y el 89% de los infectados precisaron ventilación mecánica. La mortalidad fue del 36% de todos los infectados. La sintomatología gastrointestinal y el fallo renal agudo en los infectados por MERS, circunstancia que explicaría su elevada mortalidad, se debía, al parecer, a que la glucoproteína del β-MERS-Cov tiene afinidad por la enzima humana DPP4 («Dipeptidil-Peptidasa-4»), abundante en el tracto respiratorio inferior y en el gastrointestinal, así como en el riñón. Esta es la que puede inhibir la Linagliptina del Jentadueto; sin la cual los diabéticos son personas de mayor riesgo.

El pasado 31 de diciembre, las autoridades de la República Popular China informaron de un brote de neumonía inusual en un mercado de pescado de la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei. Otro coronavirus era responsable de este nuevo brote neumónico; el número de infectados comenzó a incrementarse siguiendo una progresión geométrica (exponencial). Afortunadamente, tal vez ya se conociera según otra versión que corre por las redes, en apenas 10 días un equipo de investigadores del Shanghai Public Health Clinical Center en colaboración con la Shool of Public Health descifró el genoma completo del virus. Este nuevo coronavirus (Cov-19) tiene bastante homología [en su genoma] con el SARS. De hecho, ambos coronavirus interactúan con la enzima «angiotensina-convertasa». A diferencia del SARS, este coronavirus (Covid-19) se transmite fácilmente entre humanos, tanto por vía respiratoria como por objetos contaminados y en los pacientes graves, desarrolla una neumonía muy agresiva.

Covid-19. En cualquier caso terminará por desaparecer u ocultarse siguiendo la secuencia temporal de cualquier brote epidémico. Sin embargo, hemos de asumir que nuevos virus desencadenarán nuevas epidemias (o pandemias) en el futuro. Las enseñanzas que extraigamos de la actual crisis, más allá de atrabiliarios comportamientos sociales y políticos, deberían ser de gran utilidad para afrontar los riesgos del ignorado (y tantas veces menospreciado) submundo de lo visible.


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