Comenzaré pidiendo perdón porque muchas veces soy reiterativo en mis críticas a Pedro Sánchez, aquí otro ejemplo, pues voy a hablar de Salvador Illa y no puedo evitar citar al inefable Pedro Sanchez. Supongo que puede ser debido a que he sido educado más en la autocrítica que en el autobombo y considero muy desacertadas las intervenciones grandilocuentes en las que el orador habla como si no tuviera abuela. Intervenciones que me producen la sensación de que me toman por idiota, y como no creo serlo, entonces llego a la conclusión de que el fanfarrón piensa que hay muchos otros estultos que son los que se creerán sus petulancias y por eso las dicen e insiste sin ningún decoro.
Hecha la anterior advertencia paso a analizar el llamado "efecto Illa" que le llevará en volandas al éxito en las próximas elecciones catalanas; próximas porque a los ciudadanos en general nos consideran merecedores de la pandemia en la que nos tiene abandonados el trío Sanchez, Illa y Simón. Los indicados personajes tienen en su curriculum reciente, una responsabilidad evidente en el fallecimiento de mas de 75.000 españoles, por su dejadez en la toma de decisiones, dejadez revestida de mentiras, como que solo tendríamos unos pocos caso o que las mascarillas no eran necesarias o que celebrar la marcha del 8M era inocua y permitiendo como escusa, partidos de futbol o reuniones asamblearias como la de Vox. Sanchez nos llevó de la inacción al confinamiento total que destrozó la economía, en lugar de uno selectivo que hubiese permitido una respiración asistida a la economía. Por ejemplo, confinar a los mayores de 60 años que representaban una parte mínima en la fuerza laboral pero ha sufrido más del 85% de los fallecidos. Claro que pedirle una buena gestión a quien había sido destituido por su mala gestión, roza el esperpento o el buenismo, como quedó demostrados con las compras erráticas y engañosas de material sanitario. Eso sí, preferentemente a empresas radicadas cerca de su municipio, aunque careciesen de licencia o experiencia específica; todo normal en la región del 3%. Sin olvidar una foto de Miguel Iceta y su compañero Jose Zaragoza, haciéndole la ola a Josep Mª Sala i Griso (tío de la presentadora Susana Griso), a la salida de la cárcel de Can Brians, como condenado por FILESA y TIME EXPORT
Una vez conseguido doblar la curva, frase utilizada a tutiplén, Sanchez nos animó a disfrutar del verano y pasó la patata caliente a las autonomías; aprovechando que estas pedían mayor protagonismo. Se creó una secretaría para coordinar pero su ausencia es similar a la de Pablo Iglesias como responsable de las Residencias de mayores, en las que la escabechina ha sido de vergüenza. Pasado el verano, volvió a engatusar para que le concedieran un Estado de Alarma de seis meses, absolutamente inusual en los paises de nuestro entorno. Ahí Sanchez salió de najas dejando a su ministro solo y demostrando el desprecio que siente hacia los parlamentarios, incluidos los de su grupo; limitándose a dejar que las autonomías se coman el segundo marrón.
Así el trio solo aparece para echarse flores y considerarse los creadores de la vacuna salvadora y nos televisaron la llegada las primeras dosis envueltas en la imagen institucional del gobierno de España. Hemos visto a Sanchez vanagloriarse de tener uno de los dos primeros planes de vacunación, que comenzaba el domingo 27 de diciembre, cuando debería haber comenzado el lunes 28, día de los Santos Inocentes; con la foto de Araceli, que ya mereció un artículo del que refresco el enlace.
Siguieron diciendo, Sanchez e Illa, que para el verano estaríamos vacunados el 70% de los españoles y disfrutaríamos de la deseada inmunidad de rebaño. En lugar de eso estamos sufriendo una ola de contagios que supera a la primera; con las urgencias saturadas y dejando a las enfermedades ordinarias relegadas con el consiguiente peligro para los sufridores. Ni Sanchez ni Illa se dignaron acudir a la inauguración del hospital de pandemias, enfermera Zendal, que afortunadamente se realizó por la convicción y el empeño de Isabel Díaz Ayuso y sus colaboradores. Hoy con sus más de 700 ingresados por Covid, es un desahogo para los demás hospitales. Nadie habla del improvisado hospital de campaña de Valencia o el polideportivo extremeño en que hemos visto a los militares llevando camas y colchones; eso sí, siempre encuentran a alguien para decir que en el Zendal algún guarro ha ido al aseo y ha olvidado una frase que estaba escrita en los aseos del colegio: "después de la faena hay que tirar de la cadena y si no cae la caga.., se repite la tirada"
El mago de las previsiones, Fernando Simón, nos vaticinaba hace un par de días que las cepas contagiosas como la inglesa y sudafricana serían testimoniales en España y ahora viene diciendo que serán las preponderantes en febrero y marzo. Otra circunstancia que nadie entiende, ni entre sus compañeros, es su permanencia en su puesto de responsabilidad. Claro que el miércoles pasado el aún Ministro de Sanidad, denegaba las peticiones de ampliar las restricciones, en la movilidad, que le pedían los consejeros de las autonomías; seguramente para evitar que las elecciones catalanas se retrasen y se pierda el para mí inexplicable "efecto Illa"; independientemente de los fallecimientos de cientos de españoles. Tampoco olvido que si se retrasan las elecciones, el Presidente se verá entre la espada y la pared con el tema de los indultos Bien es cierto que he escuchado una razón y es pensar que los votantes catalanes prefieran el mal menor y voten a Illa en lugar de a las opciones independentistas y así recuperar los votantes de Ciudadanos que parece estar en fase terminal.
Claro que mi vergüenza ajena se estremece al ver a jóvenes bailando desaforadamente, en la Sala Barceló, sin mascarilla ni distancia de seguridad. Estamos perdiendo/despidiendo a la generación que nos llevó de la posguerra a ser la 10ª potencia económica y la estamos sustituyendo por la de "maricón el último", de la que son también ejemplo los alcaldes y funcionarios que se vacunan sin corresponderles; listillos y caciques. Ah, no quiero olvidar al prófugo Carles Puigdemont elevado a la categoría de héroe, por el vice presidente Iglesias, frente a la dictadura del Estado español que le obligó a exiliarse, escondido en un coche y dejando atrás a sus socios, al palacete de Waterloo con un sueldo, mensual, de más de 8.000€, escoltas y diversas gabelas.
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