Imagen de una serie de tumbas profanadas en una iglesia de Barcelona, durante la Semana Trágica de en julio de 1909 - J. M. de Segarra |
Edificios de Barcelona en llamas, durante la Semana Trágica de Barcelona, en 1909 |
Terminada la Gran Guerra y para evitar o minimizar experiencias pasadas, el 28 de enero de 1920 Su Majestad el Rey Alfonso XIII, firmó el Real Decreto de creación del denominado Tercio de Extranjeros. Así, para resolver la encrucijada en que nos habíamos metido y el descontento popular, surge la idea de formar una tropa profesional, al estilo de la Legión Extranjera francesa, para combatir en primera línea en Marruecos. Según su fundador «un extranjero vale por dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora». José Millán Astray, ya ascendido a coronel, organizará la primera recluta de legionarios en el mes de septiembre, siendo un quinto de los mismos extranjeros y el resto españoles; entre los cuales la presencia de 200 catalanes fue muy bien valorada. El germen se encuentra en la primera generación de soldados que lucharon en la Guerra de Marruecos y soldados licenciados de la Gran Guerra. Es decir, la legión se surte de soldados con experiencia en combate, frente a las bisoñas tropas de reemplazo que eran masacradas por los rifeños.
Curiosamente esta situación de quemar iglesias, conventos y profanar tumbas volvió a repetirse y con mayor intensidad, si cabe, en la España de mayo de 1931. Cuando no llevaba ni un mes, el 7 de mayo, el Cardenal Primado, lanza una pastoral antirrepublicana que poco después es seguida de una supuesta provocación con el himno real a todo volumen que moviliza a gente hacia el edificio del periódico monárquico ABC. Las fuerzas de orden público impiden su asalto y la turba se dirige a un colegio religioso cercano que incendian ante la pasividad de las FFOP. Como un reguero de pólvora, se inicia la quema de conventos y colegios religiosos; no uno ni dos, sino un centenar con importantes libros, pinturas, etc. Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, ambos moderados y católicos, intentaron frenarlos con la intervención de las fuerzas de seguridad pero Azaña lo impidió y largó una de sus frases más conocidas:" Todo el patrimonio eclesiástico no vale la vida de un miliciano".
No se sabe con absoluta certeza quién quemó los alrededor de cien edificios religiosos que ardieron total o parcialmente aquellos días (además de la destrucción de objetos del patrimonio artístico y litúrgico y la profanación de algunos cementerios de conventos), y durante los cuales murieron varias personas y otras resultaron heridas, pero la hipótesis más admitida es que los incendiarios fueron elementos de extrema izquierda republicana y anarquista que pretendían presionar al Gobierno Provisional para que llevara a cabo la «revolución» que significaba ante todo arrancar de cuajo el «clericalismo». Hoy, más suavemente, se pretende acabar mediante la ley Celáa con la enseñanza religiosa, como ya legisló Manuel Azaña en octubre de 1931.
Durante la IIª República se fusiló y destruyó el Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles y las profanaciones estuvieron a la orden del día. Nuevamente nos encontramos con un gobierno socialcomunista que anda enredando en las tumbas de los soldados y civiles caídos en la guerra civil; como paso previo a derribar la Cruz del Valle de los Caídos. De los 32.000 cuerpos, solo 60 han sido reclamados por sus familiares y al menos el triple se niega a que se remuevan los suyos. La guerra terminó hace más de 82 años, de los cuales Franco lleva enterrados 46. En este último período se han escrito decenas de libros, de todo signo, sobre la referida guerra civil y quien quiera informarse puede hacerlo, como yo, de la mano de los más afamados historiadores: Ángel Viñas, Ángel Bahamonde, Moradiellos, Tusell, Preston, Malefakis, Santos Juliá, Hugh Thomas, Aróstegui, Raymond Carr, Fusi, Cardona, G. Payne, Abella, Jackson,... No parece que la ley de Memoria Democrática, esté en la mente y necesidades de los españoles que sufren un paro atroz, la mayor deuda pública sobre PIB desde el final de la guerra y una pandemia que ya se ha llevado a más de 120.000 españoles; muchos de ellos antifranquistas convencidos; por aquello de las dos Españas.
Fusilamiento a finales de agosto del 36. |
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