LOS GADITANOS, NUEVAMENTE, INTENTAN SALVAR LA CONSTITUCIÓN Y LA PATRIA

A veces resulta curioso cómo se van sucediendo los acontecimientos hasta dar la sensación de que volvemos a lo mejor de nuestro pasado. Efectivamente han pasado 200 años del levantamiento de Riego que acabó con el absolutismo del rey felón, en marzo de 1820. Entrada ya la noche, el rey se decidió a firmar un decreto, en el que declaraba que, de acuerdo con «la voluntad general del pueblo», se había decidido a jurar la Constitución. El día 10, el rey publicó el Manifiesto, del rey a la Nación española, en el que mostraba su apoyo a dicha Constitución: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional» Así se volvía a la Constitución que se había redactado y aprobado, casi una década antes, en el mismo Cádiz (19 de marzo de 1812).

Aprobación de La Pepa, por el día de San José.

Entonces, Cádiz se mantenía como el último bastión frente al avance de los ejércitos napoleónicos mandados por el propio Bonaparte, que se vio forzado a venir a España tras la derrota en Bailén, 18/22 de julio de1808; ahora hace 213 años. En Cádiz no solo nació la mejor Constitución de Europa sino que nació el germen de la nación española, con los reyes prisioneros en Francia. La Constitución la redactaron las mejores cabezas pensantes y de hecho sirvió como ejemplo y espejo de muchas otras; incluso bastante tiempo después; como la portuguesa y la reunificación italiana en 1870, a través de la de Nápoles.

Pues bien, nuevamente vuelven los gaditanos, ahora los de La Línea de la Concepción, a resolver el problema de la unidad de España y enseñarnos el camino para encapsular al nuevo felón y cortarle las ideas totalitarias, con las que pretende favorecer a los que quieren romper nuestra convivencia y acabar con el mayor período de paz y bienestar de nuestra historia moderna. La pretensión autonomista de La Línea sigue el estricto cauce de la Constitución -a través del artículo 144, autonomía uniprovincial- con respeto procedimental impecable. En segundo término, no pretende cuestionar la soberanía conjunta de los españoles ni romper la convivencia con nadie; solo busca llamar la atención para mejorar su penosa situación económica y laboral. Aunque saben que está destinada al fracaso, el proceso va a plantear una serie de situaciones curiosas cuando el trámite llegue al Gobierno y/o al Parlamento; donde los separatistas y Podemos son declarados partidarios de la libre autodeterminación de los pueblos. A ver cómo explica el Presidente un dictamen negativo a una propuesta de perfecto encaje constitucional, mientras negocia compromisos con los planteamientos insolidarios y rupturistas del independentismo.

Por qué digo que nos enseñan el camino, porque si varias comunidades municipales siguieran su ejemplo y otras autonómicas acudieran con una copia del Plan Ibarreche, el Presidente se vería ante el espejo de su ridícula actitud frente al procés catalán. A veces la mejor solución a un problema consiste en enfrentarlo al ridículo/absurdo. Tendríamos una situación estrambótica ante la cual tendríamos que responder y no mirar de lado. Seguir como vamos, nos llevará al desastre por dejadez; la llamada muerte dulce de los hechos consumados.