En estas fechas, hace 85 años, se teñía de sangre el suelo de España y aún seguimos recordando esas matanzas, abusos, etc...Pero también había generosidad y personas desinteresadas. A ellas me voy a referir en este artículo de hace 5 años. El 21 de enero de 2017, a punto de ser abuelo por cuarta vez, e inmerso en el centenario de batallas cruentas, como las concluidas de Verdún y el Somme en la Iª Guerra Mundial o aniversario de nuestra incivil guerra que hacía 80 años estaba inmersa en plena ofensiva franquista sobre Málaga; una vez concluido el tercer intento fallido de aislar Madrid por la carretera de La Coruña. Ese 21 de enero de 2017, me encontré en el diario ABC un artículo sobre las primera transfusiones de sangre, que dieron pie a una exposición en Conde Duque, desde el 17 del referido mes, sobre la vida del doctor, canadiense, Norman Bethune y me vino a la memoria que hacía 40 años fallecía en Barcelona, en esas mismas fechas, el insigne doctor Josep Trueta i Raspall, que marcó un antes y un después de la lucha contra la gangrena en las heridas traumáticas.
Josep Trueta había nacido en el Poble Nou, Barcelona en 1897, dentro de una familia relacionada con la medicina. Tras realizar sus estudios primarios y universitarios, se licencia en medicina en 1921. Doctorado en 1922 y tras ampliar estudios en Viena, regresa a Barcelona y sigue su especialización en el tratamiento de problemas óseos por lo que junto a su amigo Vidal son considerados los padres de la traumatología en España.
Monumento al doctor Trueta en Poble Nou |
El estallido de la Guerra Civil española en julio de 1936 va a propiciar a Trueta un campo idóneo para poner en práctica sus teorías. En efecto; las cruentas secuelas de la guerra lo ponen en contacto muy directo con una gran cantidad de fracturas abiertas infectadas, con perspectivas de curación poco probables, si aplicaba los procedimientos terapéuticos habituales hasta entonces. En estas circunstancias, Trueta decide iniciar la aplicación de un nuevo método de tratamiento de los heridos, inspirado en parte en la de un médico americano llamado Winnet Orr, que proponía realizar un drenaje en la herida y después inmovilizar el miembro mediante un escayolado.
Gracias a ese nuevo sistema curativo, se logró aminorar el peligro de las infecciones por fractura, reduciendo los casos de gangrena en un 90 por ciento de los afectados. Llegó a tratar más de mil casos en Cataluña, entre los cuales sólo se registraron seis fallecimientos (0,6%). Hay que tener el cuenta que durante la Iª G.M. el 18 % de los heridos fallecían por gangrena.
La que ya se conoce como «técnica Trueta», y en Estados Unidos como «Trueta Shunt», consistía en la aplicación sucesiva de estas cinco intervenciones: una, lavar la herida con agua y jabón lo más rápido posible y con una asepsia absoluta; dos, realizar una apertura completa de la misma; tres, extraer de forma minuciosa todos los tejidos desvitalizados o afectados por la bala o la explosión; cuatro, colocar un drenaje para evitar la acumulación de líquidos, y, cinco, inmovilizar el miembro intervenido mediante un escayolado. Estos cinco pasos se fundamentaban, según el doctor Trueta, en que no hay herida ni fractura que no esté contaminada, por lo que el éxito de la intervención quirúrgica tenía que proponerse como primer objetivo neutralizar la acción nociva las bacterias, de ahí que Trueta insistiese en que el elemento decisivo del procedimiento consistía en hacer una buena escisión con retirada de los tejidos afectados y limpieza absoluta, de tal manera que, si no se hacía bien, el resto de los pasos no servirían para nada; peor aún, incluso podrían llegar a ser perjudiciales.
Tras la guerra, se exilió a Inglaterra donde fue profesor en Oxford y su método explicado y aplicado a los heridos de la IIª G.M. Estuvo a punto de ser Nobel por sus aportaciones a la doble circulación renal.
El método Trueta ha salvado muchas vidas y miembros del cuerpo, evitando amputaciones. Se desarrolló antes de la aparición de los antibióticos y la presencia de estos, no ha quitado importancia al tratamiento; como ha sido demostrado estadísticamente, entre otros conflictos en la guerra de Vietnam; donde estuvo desplazado un equipo médico español, enviado por el gobierno de Franco atendiendo la petición del gobierno americano. Lo formaban 12 especialistas que se renovaban cada 6 meses, si bien bastantes permanecieron, voluntariamente, por períodos mas largos. En esta guerra los muertos por gangrena no superaron el 0,16% de los heridos; contando también con los antibióticos.
No podía cerrar este artículo sin hacer reseña del capitán médico, también catalán, Frederic Duran Jordá, pionero en el campo de la hemoterapia, que creó, desde agosto del 36, por primera vez en la historia un servicio de transfusiones en el sentido moderno del término. Uno de los grandes avances que introdujo Duran fue habilitar la primera unidad móvil para el transporte de sangre del mundo. Entonces era un camión frigorífico de un repartidor de pescado.
Doctor Bethune |
El doctor Bethune vino a España con los canadienses en noviembre del 36 y tras participar en las batallas del Jarama y Brunete, marchó fuera, a China en guerra con los japoneses. En España, coincidió con Duran en la creación de los servicios de transfusiones de sangre. Prácticamente desconocido en su patria durante su vida, Bethune recibió el reconocimiento internacional cuando el presidente Mao Zedong, de la República Popular China, publicó su ensayo titulado "En memoria de Norman Bethune". Murió en China de una herida infectada.
Todos ellos: Trueta, Bethune, Duran..., trajeron una luz de esperanza en medio de los horrores de la guerra. Honor y loa